Huipas: desollaron a siete por burlas homofóbicas

La roja 11/03/2016 10:45 Ricardo Ham Actualizada 12:28
 

Eusebio caminaba apresurado por los senderos del poblado, sentía en su interior las miradas y burlas de los miembros de la comunidad, la sangre le hervía y el coraje lo orillaba a imaginar mil formas de venganza que le ayudaran a sacar todo ese odio que circulaba por sus venas desde hace varios años.

Ya lo tenía decidido, el plan estaba planteado y sus compañeros, Adelaido Leonardo y Basilio, estaban de acuerdo en llevarlo a cabo. Habían reunido lo necesario, un leño muy pesado que podría quebrar cualquier cabeza, navajas de rasurar que cortaban hasta el viento, largas y picudas palas que cavarían rápidamente las improvisadas tumbas de los enemigos.

Tenían en mente quién sería el primero, aquel hombre que corrió el rumor de las reuniones nocturnas entre estos 4 hombres e inició los motivos de burla de toda la comunidad.

Sigilosamente llegaron al domicilio de su víctima, sin miramientos lo golpearon en la cabeza hasta destrozarle el cráneo, las delgadas navajas delinearon la piel que poco a poco desprendían del cadáver, fueron más cuidadosos con la que cubría los órganos sexuales, rápidamente sepultaron el cuerpo.

Dejaron suficiente espacio en la tumba, pues sabían que habría muchas víctimas más, la historia criminal de los indígenas mayos, conocidos como Los Huipas, apenas iniciaba.

A finales de la década de los 40, el norte de México se conmocionó ante la noticia de que al interior de la comunidad indígena mayo en Bacapaco, a menos de 5 kilómetros de Huatabampo, se detectó a un grupo de hombres que por lo menos asesinaron a 7 personas del interior de la comunidad, sus nombres eran Adelaido Huipas Quijano, Eusebio Yocupicio Soto, Leonardo Yocupicio Huipas y Basilio Humo Valenzuela. Pronto la opinión pública bautizó el caso como Los Huipas.

La historia viaja entre realidades y rumores, algunas versiones narran que los homicidios se debieron a las constantes burlas que los sacrificados realizaban a sus asesinos por sus preferencias sexuales, otros aseguran que Los Huipas ultimaban a sus víctimas para posteriormente castrarlas y conservar la piel y órganos sexuales por un tiempo. No falta quien asegure que con la dermis humana hacían bolsas donde guardaban objetos maléficos, otros mencionan la posibilidad de que pertenecieran a algún grupo de brujería.

Lo verdaderamente cierto es que Los Huipas rompieron la tranquilidad y el pacto de la comunidad, asesinando al interior de la misma, se sabe que algunas víctimas vivían a menos de 500 metros de distancia una de otra, incluso salieron a buscar víctimas a los poblados cercanos.

Fueron tantos los señalamientos contra Los Huipas que la policía no tuvo más que investigar, a cargo de la inspección estuvieron el comisario de policía, Lico Mátuz y el teniente coronel del Ejército, Carlos Martínez Brunet, al acercarse al domicilio de Eusebio Yocupicio Soto, donde supuestamente se llevaban a cabo los crímenes, la sorpresa fue mayúscula ante la tranquila declaración y señalamiento del lugar donde estaban sepultados los 7 cadáveres, todos al interior de la vieja casona de Eusebio.

Solo un cuerpo se encontró fuera de la vivienda de los asesinos, según Los Huipas lo extrajeron de su tumba que estaba junto al de las demás víctimas ya que decían que el alma de la víctima no permitía dormir a los ejecutores.

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