BOCANADA

28/01/2015 23:07 Samuel Ocampo Actualizada 04:18
 

 

El nombre de Carmen Campuzano es relacionado con excesos y escándalo.  Pero detrás de la modelo  está una Carmen que intenta superarse y  dejar atrás las adicciones, rehacer su familia. ¿En qué cree? ¿qué hace para estar tranquila? ¿qué quiso ser de niña? ¿dónde están sus amigos que la acompañaban cuando era famosa? ¿se haría un antidoping?  Conózcala en esta bocanada. 
 
—¿Quién es Carmen Campuzano?
 
—Un ser humano, una mujer llena de defectos, virtudes, amorosa, caprichosa, con mucho amor para dar a la gente. Una guerrera que lucha por salir adelante, por recuperarse, por reinventarse consigo misma y con la vida,  con mi familia. Con mucha experiencia, con mucho dolor.  
 
—¿Edad?
 
—Más de 40.
 
—¿Estado civil?
 
—Ahorita estoy, digamos soltera. Tengo dos maravillosas hijas, benditas sean.  Y también con la ilusión de encontrar un compañero, ¿por qué no?
 
—De niña, ¿en qué soñabas ser?
 
—Yo siempre quise ser bailarina de ballet o modelo. Y si no, en su defecto hubiera sido doctora. 
 
—¿Qué bailas?
 
—Me fascina bailar el danzón, me gusta la salsa, el baile de salón y soy buena, ¿eh?
 
—Si pudieras regresar un poco tu vida, ¿qué momento borrarías?
 
—Sin duda alguna, la  época de mis consumos, porque fue un aprendizaje y una experiencia dolorosa; sí,  en un momento
dado me pudo “haber dado servicio”, pero el precio fue muy alto. Quedé sola, de pérdidas personales, pérdidas económicas, de todo tipo. Ahora  la otra cara de la  moneda es que Carmen Campuzano  se está reencontrando, está creciendo, está luchando. Quizás no viva como yo quisiera vivir, pero estoy luchando. Yo no me rindo. 
 
—¿Cómo fue que te interesó el modelaje?
 
—Nací para eso. Simplemente, de verdad,  soy una persona afortunada de la vida, porque yo nací realmente para ser modelo.
 
—¿De qué diseñador fue el vestido más caro que luciste?
 
—No es lo caro. Llegué a trabajar con diseños de Armando Maffud,  Thierry Mugler, así como trabajé para Tiffany, para joyerías de la 5ª Avenida, en Nueva York,  trabajé para Donald Trump, en Nueva York, gente maravillosa. 
 
—¿Sigues teniendo los mismos amigos que cuando estabas en portadas de revistas?
 
—Sigo teniendo los amigos que tenían que quedarse. Los que han pasado en las buenas y en las malas y todo lo que viene. Y los que me juzgaron por mi caída en la cuestión de mis adicciones, pues obviamente se hicieron a un lado. Hubo pérdidas muy dolorosas, pero  hoy tengo gente maravillosa que ‘se la ha rifado’ en las buenas y las malas.  
 
—La pasarela de la vida es muy diferente a la de posar un vestido, ¿qué has aprendido de ella?
 
—A crecer, a ser mejor ser humano, mejor persona, a ir  aprendiendo de los errores, de los batacazos que me he puesto...
 
—¿Cómo te levantas de tus tropiezos?
 
—Con mucha esperanza, con fuerza. Yo me agarro de Dios, no suelto a Dios. Hay gente de verdad que ha sido extraordinaria, como Mariano Quiroz, mi chamán que me ha ayudado mucho, mis amigas las cristianas, mis amigos de Alcance Victoria.
 
—¿Católica?
 
—No tengo ninguna religión. Yo creo muchísimo en Dios, sí me gusta practicar las alabanzas a Dios porque me da paz. Pero pues creo en muchas cosas que mis ojos han visto.
 
—Has estado en la cima de la fama y en la lona sin poder levantarte, ¿de dónde sacas fuerzas?
 
—Es en Dios, el único Dios. 
 
—Si te propusiera hacerte un antidoping, ¿lo podríamos hacer hoy  o me pedirías esperar un tiempo?
 
—Pues yo no tengo por qué esperar y tampoco tengo por qué exponerme a un antidoping. Hoy creo en Carmen, en cómo se ve Carmen, en que pues todos los días circulo. Yo no tendría por qué decirte que no, pero tampoco por qué decirte que sí. 
 
—¿Es un infierno el mundo de las drogas?
 
—Es terrible de verdad. Yo puedo admirar a la gente que lo puede controlar, pero yo no soy una persona que pueda controlar esa cuestión y bueno, me rindo, me derroto totalmente ante esa situación. O sea, soy una persona vulnerable ante esas posturas, entonces estoy totalmente derrotada ante las sustancias, llámense  como se llamen.
 
—Si pudieras darle un mensaje a los papás de chavos que tienen  problemas de adicciones ¿qué les dirías?
 
—Que se acerquen a sus hijos con amor. Toda esa parte del consumo de la juventud  es porque también falta la conexión y la comunicación de los padres.  Es muy importante que busquen ayuda adecuada en lugares dignos. Bendito sea Dios que ya los están regulando. A mí me tocó vivir verdaderos maltratos físicos, sicológicos, muy feos,  tristes, desagradables; viví mucha zozobra durante mucho tiempo, mucha soledad, por la ignorancia  de la familia.
 
—¿Estás preparando un libro autobiográfico?
 
—Estoy trabajando en él. Un libro no es para sacarse en una semana, esto implica un tiempo de trabajo. No es sacar un libro como si fuera un ‘hot cake’. Debe ser algo bien hecho, que lleve un mensaje. 
 
—También una  obra de teatro…
 
—Va a estar Kenny la de Los Eléctricos. La puesta en escena está basada en Hocus Pocus, la obra de Broadway y es una obra ácida, dirigida ciertamente, y no te digo precisamente, a la comunidad gay. La tienen que ver para que entiendan todo esto. Mi personaje es Maléfica. Es una obra  musical y hablada. Se presentará en el Teatro Diana, de Guadalajara, el 7 de marzo.
 
—Si tuvieras que pedirle perdón a alguien ahora, ¿a quién se lo pedirías?
 
—Pues perdonarme a mí misma. La ausencia de mi presencia, con mis hijas, es difícil perdonarse.
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