Presumen esencia guerrerense

27/07/2015 03:00 Elizabeth Palacios Actualizada 14:07
 

Alfredo Betancourt nació en Azcapotzalco, es cien por ciento chilango, pero un pedazo de su corazón siempre tuvo arraigo a otra tierra, una más lejana donde la realidad es totalmente distinta a la de la gran urbe. Su familia es originaria de la sierra de Guerrero, lugar donde el mezcal es la bebida que muchos consumen y producen, aunque esto no cambia la pobreza en la que han vivido.

Stephen Rysak nació en Francia y es ingeniero. Cuando vino a México para estudiar español pensaba permanecer unos meses y de eso han pasado ya seis años. Stephen decidió renunciar a su empleo y quedarse a vivir en nuestro país, donde comenzó a impartir clases de francés para ganar dinero.

Ambos jóvenes se conocieron y se hicieron amigos y un día Alfredo invitó a Stephen a conocer la tierra de su familia. El joven francés había ya probado el mezcal, pero él creía que esa bebida sólo se producía en Oaxaca y jamás había bebido el que se hace en Guerrero. 

Alfredo ya había intentado ayudar a los artesanos del pueblo a distribuir en el DF, las máscaras de madera que tallan, aunque el negocio no era lo suficientemente productivo. Entonces, los dos decidieron comenzar un proyecto social para rescatar el trabajo artesanal guerrerense y la producción de mezcal de una de las regiónes más marginadas del país.

Stephen no deja de sentirse asombrado por la pasión y deseos de superación de los artesanos y mezcaleros, y está convencido de que esta empresa social va mucho más allá de distribuir una nueva marca de mezcal, pues el objetivo es difundir las esencias de la cultura de Guerrero.

Por eso es que explica que “Tohue Tohue es mucho más que mezcal”. Es una bebida orgánica hecha de maguey silvestre, llamado Cupreata, del municipio de Eduardo Neri. Las piñas tardan de 12 a 20 años en madurar.

En este municipio, la mayoría de sus habitantes no hablan castellano, sino náhuatl, lo que inspiró al joven francés a estudiar esta lengua. 

En este pueblo, la gente sigue practicando las danzas tradicionales y para dicho ritual fabrican las máscaras de madera que ahora dan identidad a las botellas de Tohue Tohue.
Un día, las mujeres del pueblo se organizaron y fueron a ver a Alfredo y Stephen, para pedirles que las incluyeran en el proyecto productivo. Ellas se dedican a coser a mano balones de futbol, que maquilan para una empresa que les paga apenas 10 pesos por cada pieza terminada. Al ser un trabajo pesado, y también tener que atender a sus hijos y a las labores del campo, los ingresos por dicha actividad no cambiaban su situación precaria. Fue entonces que comenzaron a fabricar los libros miniatura hechos con corteza de palma reciclada, con lo que su ingreso aumentó. Estos libros, junto con una máscara de madera tallada por artesanos  representando al Tecuán (significa “que come Gente” en Náhuatl, nombre que dan al Jaguar) son el sello de las botellas de mezcal.

También se producen botellas de edición especial que van disfrazadas de danzantes típicos de la cultura y artesanía guerrerense.

Aunque ya se percibe un cambio, hace falta más para que esta empresa social pueda despegar y ayudar a más familias. Por ello lanzaron una campaña de fondeo pues requieren reunir 60 mil pesos para aumentar la capacidad de distribución de la bebida artesanal y generar así más empleos en las comunidades de Eduardo Neri, Olinalá y Chilapa. Ya han conseguido más del 70% de los fondos, pero esperan en los 17 días que restan de campaña obtener el resto y contribuir al crecimiento de Guerrero.

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