No estaba acostumbrada a un cuerpo como el suyo. El ejercicio era evidente y, además, era increíblemente sensible. No se quedó a dormir, obviamente. Antes de que dieran las seis se vistió y se despidió. No nos besamos, pero antes de irse ella también me miró a los ojos.Pasaron los días. Yo dejé a mi novia y ella sus encuentros ocasionales. No es normal que lleve a mujeres a mi casa para sexo casual y menos que las meta a mi cama, porque odio que se queden a dormir; sin embargo, no dudé en invitarla cuando se dio la oportunidad. Llegó con vestido, tacones y una cara de "la junta duró una eternidad". Compra El Gráfico y disfruta de lo que te tenemos preparado en tu suplemento Mujer G.
