SIN CLÓSET: La boda de mi amigo

25/09/2015 04:30 Raúl Piña Actualizada 12:29
 

¿Recuerdan a mi amigo Horacio? (“La bruja” #soypúrpura

 agosto 14) ¡Pues se casa!

Mientras le ayudo a rotular las invitaciones —dice que tengo bonita letra— no para de hablar y de caminar en círculos sin concluir nada.

Usa dos celulares al mismo tiempo y estos no paran de sonar cada dos minutos.  

Que si los centros de mesa, que si el DJ, que si el mariachi, que si es cena de tres entradas o buffet o sólo bocadillos, que si el brindis es con champán para todos o con lo que estén bebiendo en ese momento, que si en jardín o a puerta cerrada, que si es pastel o cupcakes, que si esto, que si aquello.

Me tiene loco de sólo verlo y escucharlo.

Me abraza emocionado: “Ay, amiguito sin ti no sé que hubiera hecho con tantos pendientes que me faltan”.

Le advierto que no pienso estresarme todos los días con sus complicaciones y que de una vez se entere que al primer arranque de locura de su parte, yo me retiro de plano.

“Entiéndeme —me dice casi suplicando— es el día más feliz de mi vida, estoy emocionado y tan preocupado de que todo salga perfecto. Ya  fui al sastre y los trajes quedaron di-vi-nos. “Mi gordo se va a ver espectacular con su traje blanco y corbata verde, y yo con mi traje verde y corbata blanca —brinca de gusto con grititos ahogados de viva, viva— elegantísimos nosotros. Lo dejé a él escoger los zapatos, así que espero que a ambos nos gusten.  

“Sería una pena que le diga que no me gusta lo que eligió. Confío en su buen gusto. Bueno, está de más hablar de eso considerando que se casa conmigo. Mejor gusto no puede tener. “Le dije al sastre —habla como en secreto— que me hiciera el traje una talla menos….jijiji,  estoy a dieta rigurosa de cero harinas y grasas. Tengo que lucir cuerpazo —dice eso mientras se mira al espejo y se aprieta la cintura con ambas manos— cuerpazo… cuerpazo. 

“Estoy yendo a trotar todas las mañanas al parque y mi bebé está haciendo gym tres horas diarias.  

“Muchos y muchas morirán de envidia. “Bueno, bueno —se aleja del espejo y toma de nuevo los teléfonos— mucha plática y nada de acción.

“Todavía me falta llamar a Alan, mi peluquero, confirmar la limusina, volver a rogarle a mi papá que vaya a la ceremonia. Mi mamá está contenta, pero él no está convencido del todo. Viejito arcaico. No sé por qué no quiere, si soy su hijo y siempre dijo que sólo quería mi felicidad. En fin, ya lo convenceré. Recuérdame de llamar al fotógrafo y a la agencia de viajes. ¡Ahhh! también borra de la lista de invitados a Pepe Rivacorcuera y a Luisito Pérez y Renglonaparte. No los quiero ver en mi boda. Mi gran boda”.

Yo, sigo escribiendo mecánicamente los nombres en los sobres, mientras respiro hondo, muy hondo, tratando de no perder la paciencia.

En este asunto de legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo, deberían de agregar una cláusula donde se prohíba heterosexualizar el evento.

En los 80, los gays sólo querían vivir juntos, disfrutar la vida, viajar, amarse, reunirse con amigos y compartir su felicidad.

Yo no estoy en contra de que se casen ni de que adopten hijos ni que reciban beneficios por ser cónyuges y tengan prestaciones de salud, etc.

Pero que se casen como lo han hecho los ‘heteros’, es como caer en el juego del dominio de la mayoría y hacernos más a su modo, que a ser libres y a ser diferentes.

Eso creo yo.

De cualquier modo, le deseo a mi amiguito toda la felicidad del mundo y espero no me salga con que piensa tirar un ramo o que le quiten la liga. Eso, ya sería demasiado.

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