VIDAS CALLEJERAS

25/03/2015 04:00 Tanya Guerrero Actualizada 02:30
 
Hay dos mundos que se unen en sus manos. Dos realidades entretejidas por sus dedos. Cuando Jesús Jiménez se sienta a empastar un libro, las imágenes le viajan solas a la mente. 
 
Si imagina demonios o dragones, los traza terribles y con fauces espantosas. Si imagina corazones, los hace toscos y ensangrentados.
 
Sus obras  parecen cobrar vida cuando las miras. Y generalmente, mientras más feas, más rápido se venden. Por eso lo llaman el ‘Brujo Jiménez’, empastador de libros de culto.   “Todos estos libros tienen alma”, dice Jesús. Y es difícil saber si lo dice de forma literal o figurada. “Para empastar el cuerpo del libro se necesita algo sólido por dentro, si no se hace como chicle. Hay que ponerle entonces un alma gruesa de madera, para que cuando se rellene de papel, no se caiga”, explica sentado en el puesto de libros de segunda mano que tiene en el Corredor Cultural Condesa, del Centro Histórico de la capital.
 
 Su monstruosa técnica de empastado,  hecha con engrudo de papel sobre triplay, llegó a su cabeza un día que estaba sin nada qué hacer en la librería que tenía su padre en Donceles, de eso ya 39 años.
 
Después de limpiar y barrer el local completito, Jesús buscó por todo el inmueble un libro que le recordaba el fragmento de la película ‘Fantasía’, de Walt Disney, en la cual Mickey Mouse como discípulo de un mago, utiliza sin permiso el sombrero y el gran libro de magia que el hechicero tenía. 
Con ese recuerdo de la niñez y una idea en la cabeza, Jesús encontró un libro considerado “mágico”, al que después de leer completito, le sacó copias y ampliaciones, le pegó dibujos y le fabricó una pasta nueva.
 
 Ese libro se llama ‘El libro de San Cipriano’, considerado de culto y el cual Jiménez —hoy por hoy— sigue vendiendo junto con otros de ese estilo, como: ‘Plantas Medicinales de México’, ‘El Martillo de las Brujas’, ‘Necromanicón’.
 
 “Ese día quería hacer algo que nadie tuviera, así que le puse una jerga en forma de red y se la cosí como una especie de piel. Con papel bond le hice agujeros en forma de caras sobresalientes y lo vendí en 700 pesos”. Después de ese, en estos 40 años, han seguido más de mil.
 
Al recordar su primer libro y toda la historia que conlleva la suerte de haber encontrado una edición literaria tan escasa, el ‘Brujo Jiménez’ afirma que cada pieza que vende le hace sentir dolor cuando se va.
 
“Yo simplemente quise hacer algo especial para mí, algo que asustara, lo hice para que no me lo compraran, lo hacía feo para que le tuvieran miedo y no se lo llevaran, pero mientras más feos, más rápido se van”.

 

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