NUESTRO OFICIO

25/02/2015 04:30 Paola Ascencio Actualizada 03:34
 
Refugio Bonilla  mantiene vivo uno de los oficios más antiguos de la ciudad. Dentro de un pequeño y viejo local en el corazón de la capital, su trabajo consiste en cortar, zurcir o arreglar las sombrillas preferidas de sus clientes.
 
 Desde hace 39 años este paragüero de vocación sostiene en lo alto la pasión que siente por su oficio. Cuenta que solían ser 18 paragüerías las que laboraban en el Centro. Era el año de 1975 y, al ser tan requeridas, estaban distribuidas en el primer cuadro. Hoy quedan tres de ellas, pero sólo en ‘Paragüería París’ se conserva el oficio del paragüero. Y es que ya sea para el sol o la sombra, para hombre o mujer, cortos o largos, aquí se fabrican y se arreglan.
 
“Si usted tiene un paraguas que le gusta mucho y se le rompió la tela, yo se la cambio. Si se le quebró, yo se lo arreglo. Todos los paraguas que tenemos y vendemos aquí tienen reparación”, menciona don Cuco o ‘Le Cuquié’ como le gusta que lo llamen. 
 
DESDE CHAVO. Comenzó a los 16 años, pues su madre solía lavarle la ropa al propietario del lugar. Don Cuco relata que su madre le pidió al dueño la oportunidad de un empleo para su chamaco. Así, con muchas ganas de empezar a trabajar, se le abrieron las puertas en el mundo de los paraguas. Y desde aquel momento sus manos no han dejado de reparar y  crear sus finos bastones de cuerpos delgados y cabezas extendidas, que cose y arma en su diminuto taller.
 
A este hombre no le da miedo la superstición. Está acostumbrado a sus sombrillas, les da vida o se las devuelve con mucha técnica. Con gran cuidado y muy entregado, Refugio corta la tela en triángulos iguales, los une con una antigua máquina de coser y luego los atraviesa con un frío esqueleto de metal para dejarlos listos. Los abre dentro del local y se cerciora de que sus creaciones sean funcionales, y aunque asegura que ya no es como antes, porque algunos ya vienen armados, o la gente prefiere tirarlos, el negocio sigue en pie y es lo que le da para comer.
 
Añade que es un trabajo de temporadas. Si es temporada de lluvia sí le compran, pero a pesar de las carencias don Refugio afirma con emoción que día a día se apasiona por su antiguo oficio. 
“Yo puedo tener días malos, hay días de ‘perros’, pero sigo estando enamorado de mi trabajo. Todos los días me levanto con la actitud de que sigo enamorado de lo que hago”.
de época. Refugio asegura que ha restaurado paraguas que pertenecieron a personajes históricos y hasta fabricado algunos para la televisión. 
El más viejo que reparó  perteneció a la esposa de Porfirio Díaz, mismo que se preserva en un museo de Guanajuato. 
Entre sus creaciones más famosas está el que usó Catherine Zeta Jones en la película ‘La máscara del zorro’. Él afirma que la habilidad  ya no se encuentra en cualquier parte. 
 
Por eso, don Cuco seguirá arreglando paraguas en su local del Eje Central para mantener viva su pasión y el oficio  que está en peligro de extinción. 

 

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