DÍA DE TIANGUIS

25/02/2015 04:30 Mónica Ocampo Actualizada 03:30
 
En el tianguis de Pinitos, ubicado en la delegación Azcapotzalco, a simple vista parecería que los productos que se venden no alcanzan siquiera valor alguno, pero así viven cientos de personas que hacen su vida de lo usado, de todo aquello que no les sirve a los demás.
 
Sin embargo, ha logrado sobrevivir por más de cuatro décadas gracias a los coleccionistas y gente de bajos recursos que le dan un valor mayor a esos objetos en desuso.
 
 Herramientas, juegos de llaves mecánicas, carritos de supermercado, ventiladores, grabadoras, radios con bocinas, ruedas de patinetas, bases de licuadoras, incluso, objetos que causaron furor entre la sociedad europea a mediados del siglo XV, como las planchas de hierro que se calentaban periódicamente sobre el fuego, chácharas que son utilizadas por los clientes para resolver problemas cotidianos. 
 
Aquí, el precio de la mercancía es una constante variable, porque todo depende del estado de cada cosa. Así que el acuerdo entre el comerciante y el cliente se da a través del regateo, explica don Agustín Flores, de 63 años, vendedor de chácharas.
En su puesto, el artículo más caro es un colchón inflable en 200 pesos. A partir de ahí, todo desciende hasta los cinco pesos, como una revista ‘Rolling Stone’ de 2005; un sartén descarapelado o un carrito eléctrico de la marca Power Wheels, “aquí hay de todo y para todos”, presume. 
 
Para él, las chácharas o triques merecen un espacio “especial”, pues aunque duela creerlo, el ingreso económico de muchas familias sólo les da para esto, “en periodos de carencia, la genialidad y la necesidad se complementan para vender cosas que a uno no le sirven, pero a otro sí”, explica. 
 
Don Agustín lleva más de 35 años vendiendo artículos de segunda mano por necesidad. Porque el comercio fue la única salida que encontró después de haberse ganado la vida como futbolista del Salamanca, un equipo de Primera División A; sin embargo, una lesión lo dejó fuera de la cancha.
 
Intentó ser trailero, pero después de sufrir un accidente automovilístico, con 19 años y una hija que mantener, decidió invertir los únicos 50 pesos —de aquel entonces— en chácharas para exhibirlas y venderlas en el tianguis sobre una tela tendida al suelo. 
 
La ropa de alguien más. Cada miércoles, en el puesto de ropa usada de María García, sus clientes aprovechan para comprar las mejores ofertas. De cinco a cien pesos se encuentra de todo en este sitio. 
 
Doña Mary —como la conocen sus compañeros— es testigo de la situación económica que afrontan sus compradores: gente a la que el dinero no le alcanza porque tienen que dividirlo entre más de ocho individuos. Así que se las ingenian para ahorrar lo más que se pueda, hasta en lo más esencial, como la ropa. 
 
El tianguis de Pinitos, ubicado a unas cuadras del metro Refinería, es uno de los más populares de la colonia Azcapotzalco debido a la variedad de puestos que venden chácharas y ropa usada.
 
Aunque doña Mary fue pionera en este giro, admite que ahora el negocio sólo da “para comer”, por toda la competencia que hay, “antes sí se ganaba bien. Me iba con mi papá a Ciudad Juárez a comprar las pacas de ropa americana y le sacábamos el triple, pero hoy no es así”, lamenta la vendedora. 
 
Para el antojo. No todo es de segunda mano en el tianguis de Pinitos, aquí también se encuentran tacos de longaniza, bistec y jugosa cecina. Juan Rodríguez Ontiveros lleva 20 años ofreciendo la mejor calidad, al mejor precio. 
 
Aquí, con 56 pesos, que son tres tacos y un refresco, el corazón puede quedar contento y la barriga llena.
 
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