Siembra esperanza en la montaña

24/08/2015 03:00 Elizabeth Palacios Actualizada 23:05
 

Como cada lunes, Gabriel se levanta, se viste y se alista para ir a la escuela. El fin de semana ayudó a su abuelo y a su padre en las labores del campo. Estudia tercer año de secundaria como muchos otros jóvenes y, al igual que ellos, también sueña con tener una profesión y salir adelante, por lo que el camino natural a seguir sería prepararse para ingresar al bachillerato.

Sin embargo, cuando se vive en un municipio en el que según el Inegi, 95.6% de la población vive en situación de pobreza y de esa cifra, 72.3% están en condiciones de pobreza extrema, y en el cual casi 48% de la población tiene rezago educativo, las cosas cambian. Aspirar a continuar con los estudios implica salir de tu comunidad, desplazarte caminando para llegar hasta la cabecera municipal, donde existe la única opción para continuar con tus sueños.

Gabriel Gómez tiene 14 años y nació en la comunidad de Yabteclum, en el municipio de Chenalhó, en los Altos de Chiapas. A él le gusta jugar futbol y divertirse, pero también trabajar a favor de su comunidad.

Desde pequeño ha apoyado a su padre en los trabajos cotidianos del terreno de su abuelo. Allí siembran café y otros alimentos, básicamente para el autoconsumo y desde hace cinco años, también descubrieron que podían criar pequeños camarones silvestres que ellos conocen como Xum y que, según me cuenta, saben deliciosos.

Recuerda que un día su padre fue a trabajar al campo y ahí, en una pequeña poza que se había formado en el terreno, encontró uno de estos crustáceos, tal vez arrastrado por la lluvia. Fue así como se le ocurrió hacer un par de pozas más profundas e ir a buscar algunas crías de Xum para probar si se reproducirían. Por fortuna, el experimento dio resultado.

Desde entonces, Gabriel y sus amigos se han interesado por mejorar el método de pesca y reproducción de este camarón silvestre y ahora están pensando desarrollar un proyecto productivo para criar también peces de agua dulce y, con ello, tener opciones de mejor alimentación para la comunidad.

Son 12 los jóvenes que, junto a Gabriel, se han organizado tanto para ésto como para crear brigadas de limpieza en el pueblo y, lo más importante, para exigir que en su comunidad sea construida una preparatoria.

Las mujeres también participan, incluso Gabriel reconoce que a veces ellas son más entusiastas porque quieren estudiar, pero no pueden porque abandonar su pueblo es muy caro.

Chenalhó es uno de los nueve municipios de la región de los Altos de Chiapas que en 2010 fueron designados por la Fundación Kellogg como los lugares clave para integrar una estrategia enfocada en el desarrollo de comunidades autosuficientes, capaces de ofrecer a los niños, niñas y a las familias mayores oportunidades de éxito. Hace cinco años se designaron dos microrregiones de México como áreas de enfoque: los Altos de Chiapas y la península de Yucatán, esto debido a los crecientes índices de pobreza, desigualdad y rezago social, en salud, educación, vivienda y alimentación.

Gabriel y sus amigos han visto a sus padres asistir a las asambleas, los han escuchado discutir sobre los problemas y necesidades del pueblo. Ahora que ya son adolescentes, también viajan con ellos a otras comunidades del municipio para seguir aprendiendo sobre qué tipo de ayuda solicitar, tanto al gobierno como a las fundaciones, y cómo aprovecharla cuando llega, para que sea en beneficio de todos.

Preocupado y muy serio, Gabriel me cuenta que él ha visto mujeres a punto de dar a luz, morir en el intento de llegar al hospital de San Juan Chamula, pues en la clínica de Chenalhó, que está a casi tres horas de camino desde Yabteclum, no cuentan con lo necesario para atenderlas cuando el parto se complica. Dice que ninguna mujer merece eso, con toda la sabiduría que encierran sus 14 años de vida en condiciones de pobreza extrema.

Por supuesto que no todos los jóvenes del pueblo tienen esa conciencia. Gabriel dice que muchos al irse a San Cristóbal, para estudiar o trabajar, se olvidan del pueblo. Algunos se enganchan en las drogas o, simplemente, lo que ganan no les alcanza ni para sobrevivir bien solos, pues en la ciudad los gastos son mayores. 

Aunque lucha por lograr la construcción de una preparatoria en su pueblo, Gabriel sabe que es probable que no esté lista para cuando termine sus estudios de secundaria. Piensa irse a San Cristóbal de las Casas, porque allá tiene algunos familiares. Sabe que no será fácil, pero tiene la firme voluntad de volver cada viernes para trabajar en el campo los fines de semana, para continuar con la siembra del café y con la pesca del Xum. No lo duda ni un momento, y dice “somos del pueblo y para el pueblo”.

Tal vez ahora Gabriel no sabe que es un líder. Y aunque tuviera que irse a trabajar lejos, como sus amigos, él sabe que ama a su pueblo porque allá todos son iguales, nadie es más ni nadie es menos.

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