ASESINOS SERIALES

24/05/2015 00:53 Ricardo Ham Actualizada 00:53
 
Al abrir los ojos, la luz brillante deslumbró su mirada, la mujer no supo cómo llegó ahí pero de inmediato se dio cuenta que no se quedaría mucho tiempo, el frío del lugar traspasaba su escasa ropa, no recordaba mucho, lo último en su mente era aquel oficial de policía que la amenazó con arrestarla y colocarle las esposas; de pronto, pudo escuchar a lo lejos una discusión, a pesar de los gritos no logró entender muy bien lo que sucedía.
 
Las dos voces masculinas se entrelazaban a gritos sin que ninguna de ambas lograra dominar a la otra, tras un muy breve silencio la puerta se abrió de golpe, los gritos volvieron pero ahora se dirigían a ella, sin entender lo que le decían sólo atinó a levantarse, logró reconocer el rostro del policía que la detuvo horas atrás, lo miró un escaso segundo, suficiente para detonar su ira y recibir un fuerte puñetazo en el rostro que la tiró al piso, un violento jalón le desprendió la exigua vestimenta, los gritos ahora se escuchaban en sus oídos, la pelea entre Kenneth Bianchi y Angelo Buono era para decidir quién sería el primero en violarla, a quién le correspondería asesinar a la víctima en turno, los estranguladores de Hillside entraban de nuevo en acción.
 
En la segunda mitad de los años 70, la época llamada por muchos investigadores y criminólogos como “La década de los asesinos seriales” una ola de secuestros y desapariciones de mujeres azotó la zona de Los Ángeles, California, mujeres entre 12 y 28 años de edad eran encontradas asesinadas, violadas y torturadas, sus agresores las arrojaban en colinas y pendientes cerca de letreros que prohibían arrojar basura. Algunos de los cuerpos mostraban señales de haber sido inyectadas o electrocutadas, además de haber sido violadas  por un par de hombres.
 
En 1977, dos primos recorrían en su automóvil las calles de Los Ángeles, Kenneth Bianchi y Angelo Buono se hacían pasar por policías con el fin de someter a mujeres jóvenes, secuestrarlas y llevarlas a su guarida donde serían torturadas, violadas y asesinadas. Yolanda Washington, fue la primer víctima, apareció muerta en octubre de 1977, mientras que Diane Welder fue la última,  asesinada en enero de 1979.
 
Tras un doble homicidio con muchos errores, Bianchi fue el primero en caer, su miedo a la pena de muerte lo llevó a hacerse pasar por esquizofrénico, tener doble personalidad y a  declarar en contra de su primo Angelo.
 
Buono finalmente moriría en la prisión de Calipatria en 2002, mientras que Bianchi paga su cadena perpetua en la cárcel de Walla Walla, sobre él aún existe la sospecha de otros cuatro homicidios en solitario, los asesinatos ocurridos en 1971 son recordados como el del asesino de las letras, pues el homicida tenía cuidado de que sus víctimas tuvieran la misma letra inicial en nombre y apellido.

 

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