Yo, con estos estados de ánimo volubles que me hacen sentirme increíblemente bien un día y al otro completamente aburrida.
No deprimida, más bien fastidiada, como que a una rayita de victimizarme. Sin embargo, la maca (planta herbácea nativa de los Andes del Perú y Bolivia) ha hecho una labor increíble conmigo. Estoy con mucha energía aunque esté en mi casa.
No paro, voy de un lado a otro; entro, salgo, regreso, olvido. Estoy haciendo todo lo posible por sentirme bien físicamente y la maca ayuda mucho. Los bochornos desaparecieron totalmente. Estoy muy animada. Como dice Doris Hdz, no te haces adicto a la maca, sino al estado de ánimo de bienestar. Es completamente cierto. Finalmente regresé al ejercicio y bendito sea, aunque me duele todo.
No cabe duda de que estamos en una etapa en la que, aunque nos sobrepasan los cambios físicos y emocionales, también es una en la que ya nos permitimos muchas cosas que antes nos quitaban el sueño. Yo, por ejemplo, me doy cuenta que dejé de correr por la vida intentando llegar a quién sabe a dónde, porque me esperaba quién sabe quién. Siempre, como el libro de Milan Kundera, pensaba que la vida estaba en otra parte.
Hoy, ya no me agobia no hacer abdominales, ni tener sueño a las dos de la tarde. Tampoco me disgusta dormirme temprano o no tener ganas de salir.
Disfruto mucho, más que antes, leer y ver películas o series. No me siento culpable por pensar que estoy perdiendo el tiempo. Tampoco pienso que sea irrelevante hablar una hora por teléfono con alguna amiga o con mi madre. He descubierto que si organizo mi día desde temprano, el tiempo fluye maravillosamente. Estoy en un mood de total y completa apertura. Siempre inventándome qué hacer o qué curso tomar.
En los dos últimos meses he tomado dos cursos que han influido en mi actitud. Uno lo tomé con la maravillosa Crystal Pomeroy, con quien tenemos la fortuna de que comparta con nosotros este espacio, sobre Inteligencia Angelical.
Esta sabia mujer introduce elementos de tecnología espiritual, sí, así como lo leen, derivados de las tradiciones ancestrales del mundo, con enlaces entre éstas nunca antes revelados, así como elementos de la ciencia moderna que enriquecen de manera sorprendente el tema y lo hacen a la vez fresco e innovador, sacándolo de los confines de la religión y ubicándolo de manera firme dentro de una especie de espiritualidad ecléctica.
El otro curso lo tomé este fin de semana y se llama Detona tu yo extraordinario. Éste tiene que ver con mi parte emprendedora y algunos proyectos que estoy por arrancar. No se sorprendan si mañana les cuento que me voy a un retiro espiritual a la India o a Perú.
Creo que es parte de esta búsqueda que como generación compartimos.
La consigna es reinventarme cada día y creo que nunca seré una María definitiva o definible.
¿Quién se siente igual?
