VIDAS CALLEJERAS

12/11/2014 04:00 Paola Ascencio Actualizada 02:04
 
Para algunas mujeres, maquillarse es parte de su rutina cotidiana. Aplicar rimel, labial y un poco de color en ojos y mejillas, no les toma más de diez minutos. Pero para hombres como Andrés, maquillarse es parte de su fuente de trabajo. Y es que después de hora y media de ponerse todo tipo de cosméticos, su cuerpo de hombre se desvanece entre los rasgos de una histórica mujer.
 
Apasionado de las artes y con cuatro décadas de vida, Andrés llega todos los días a la calle de Madero, que se han convertido en su segundo hogar. Ahí, frente a la Torre Latinoamericana, sobre una escalinata, está su escenario y su camerino, ahí se viste, se peina y se prepara para presentar a la Frida Kallejera.
 
Enfundado en un folklórico vestuario lleno de color, este personaje rinde honor a Frida Kahlo. A su lado, en una grabadora, suena el Son de la Negra, mientras los pedazos que ilustran la vida de la pintora yacen en cada escalón. 
 
Pies, manos y zapatos, juegos de lotería y pequeños muñecos que representan a Diego Rivera y a Frida, son puestos y acomodados por Andrés todos los días y lo acompañan en sus ocho horas de jornada laboral. 
 
Desde que sale el sol, hasta que oscurece, este artista de las calles se dedica a rendirle honor a esta afamada mujer, además es su forma de sobrevivir. 
 
“El pie derecho es el pie que perdió Frida Kahlo, las dos mujeres chiquitas son las dos mujeres que yo soy, la niña y la mujer, y son chiquitas porque al lado está un muñeco grande que representa a Diego”, menciona Andrés, quien caracterizado de Frida Kallejera, explica a cada uno de sus espectadores la historia de vida de este reconocido personaje.
 
Sonriendo y fingiendo retratarse en un cuadro de Frida Kahlo que él mismo pintó, Andrés carga con esta labor con la misma pasión con la que empezó hace tres años. Y es que después de vivir 15 años al sur de México y de sobrevivir como bailarín profesional, regresó a la capital del país desempleado.
 
Fue así que caminando por Madero, al ver otro personajes vivientes, pensó en formar parte de ellos. Hay quienes viven de la magia, otros de la habilidad para dibujar pero, como Frida Kallejera, hay quienes sobreviven y viven de su amor por actuar.
 
“Tengo 40 y desde hace tres años Frida me da de comer. Pero nunca me quejo, siempre me va bien. Lo hago por la pasión que le tengo al arte, ya el dinero es consecuencia de lo que me gusta”, añade este personaje que diariamente recibe a decenas de peatones que se toman fotos con él, lo abrazan y le agradecen el mantener “con vida” a esta pintora mexicana.
Andrés seguirá maquillándose todos los días para trabajar. Dejando su cuerpo de hombre en las calles del Centro de la ciudad, para renacer y desvanecerse entre los rasgos y vida de una histórica mujer.

 

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