Crean parcelas urbanas

09/06/2014 19:04 Elizabeth Palacios Actualizada 21:59
 
Cuando Vania piensa en la vida que una pequeña semilla puede generar, su voz se quiebra y sus ojos se humedecen. Me habla de él y sus manos me indican qué tamaño tenía cuando lo tomó en sus manos por primera vez. Era grande y perfecto, con un poco de tierra pues de allí venía, y me pregunta ¿cómo me lo iba a poder comer?
Vania Jiménez Lobato sonríe y su mirada brilla cuando recuerda aquel enorme betabel que cosechó en el huerto que hizo en su azotea, con ayuda de sus amigos hace ya casi 10 años. Pero la emoción se agranda cuando a su mente vienen los recuerdos de Iztapalapa, donde esa misma capacidad de dar vida, la vivieron decenas de mujeres y niños que participaron en el proyecto Miravalle, iniciativa de la Asamblea Comunitaria local que fue asesorado por la organización Hierbabuena Urbana, de la que Vania es fundadora. 
Con semillas, tierra, riego, cuidado y mucho empeño, se pudo transformar un espacio árido que sólo servía para dar cobijo a la inseguridad, en un programa exitoso de agricultura.
Cuando recuerda a aquellas mujeres cosechando y llenando sus cestas de zanahorias, acelgas, calabazas, también vienen a su mente las ilusiones. Las comidas que querían cocinar con esos nuevos ingredientes, las personas con las que ellas querían compartir la cosecha a través de sus guisos. Es ahí cuando dos lágrimas por fin escapan de sus ojos.
Vania estudió biología porque quería entender la ciencia para después hacer filosofía de ella. Se especializó en ecología y posteriormente, en el doctorado, avanzó hacia el evolucionismo. Siempre ha estudiado en escuelas públicas y por ello, a través del colectivo Hierbabuena Urbana, siente que puede retribuir a la sociedad algo de lo mucho que le ha dado. 
El proyecto Ecotecnia-Urbana Miravalle busca la sostenibilidad de una comunidad a través del aprovechamiento de un espacio público para la productividad y el cuidado del medio ambiente.  Uno de los objetivos era la generación de empleos verdes a través de la agricultura urbana, cuya implementación, en 2010 obtuvo financiamiento al ganar el Premio Urban Age que otorga el Deustche Bank, una institución alemana que apoya proyectos para el desarrollo.
Sin embargo, Vania piensa que la convivencia y el reencuentro entre vecinos, el respeto por la vida, la educación ambiental y el impacto emocional que proyectos como este tienen en los niños, jóvenes, hombres y mujeres adultas que participan, son realmente los logros que cuentan, pues para que un proyecto de este tipo se vuelva un éxito económico, deben pasar muchos años de esfuerzo y constancia.
La colonia Miravalle está enclavada en la parte alta de la Sierra de Santa Catarina y forma parte de la zona más pobre de la delegación Iztapalapa. Ahí viven aproximadamente 9 mil personas para las que el desempleo, las adicciones, la falta de oportunidades, la discriminación, la inseguridad y la violencia son cosa de todos los días.
La agricultura urbana en Miravalle generó empleos y un comedor comunitario. Los secretos del campo pueden llegar a la ciudad, pero el camino aún es largo y una golondrina no hará primavera, a menos que se trabaje constantemente para que haya toda una parvada.
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