ASESINOS SERIALES

08/03/2015 01:15 Ricardo Ham Actualizada 01:15
 
 
El viento frío soplaba intensamente, movía las hojas de cada uno de los árboles del bosque. El ruido de las ramas chocando entre sí sepultaba los movimientos de Anatoli, su fuerte apariencia se ocultaba perfectamente tras de aquellos espesos árboles.
 
Apenas comenzaba la cacería, él observaba detenidamente a la presa, la distancia y la soledad del lugar eran armas que sabía manipular a la perfección. Cada movimiento era registrado por sus grandes ojos, por una mirada fría que calculaba cada movimiento, cada riesgo, cada emoción. Gustaba de la noche, el momento de Anatoli llegaba, sabía sorprender a su víctima, el manto oscuro lo empujaba a realizar el ataque final. Él  se adentraría a esa casa con pistola y cuchillo preparados, hambriento de sangre, de esa ansia enferma.
 
Había encontrado nuevas víctimas, el padre moriría por impacto de bala, la madre sentiría en sus entrañas el mortífero cuchillo, los niños presenciarían todo, observarían la muerte de sus padres como preámbulo de la propia. Finalmente el fuego borraría toda evidencia del crimen, Anatoli Onoprienko quemaría por completo aquella casa donde 6 personas morirían en una sola noche.
 
Pocas son las noticias que nos llegan sobre asesinos seriales de países de la extinta Unión Soviética, anteriormente se culpaba al Estado comunista de ocultar todas las evidencias y nombres que pudieran parecer síntoma de algo que sólo sucedía en los países capitalistas, principalmente los Estados Unidos.
 
Fue así que casos como el del profesor Andrei Chikatilo permaneció en la oscuridad durante años, sin embargo, el segundo peor asesino de tierras ex soviéticas no pudo ser escondido, Anatoli Onoprienko asombró al mundo por su larga lista de víctimas mortales, por su mortífero modus operandi y la desfachatez de sus posteriores declaraciones donde aseguraba no arrepentirse de nada y desear volver a las calles para asesinar.
 
Onoprienko destaca de otros asesinos por la forma de sus ataques, mientras la mayoría de los asesinos en serie prefieren víctimas solas, Anatoli seleccionaba cuidadosamente casas donde pudiera encontrar familias enteras qué exterminar, regularmente asesinaba mezclando armas, primero pistolas o armas de fuego, cuchillos, hachas e incluso golpes, primero disparaba a los varones, posteriormente a las mujeres las penetraba en el abdomen repetidamente con filosos cuchillos, dejaba despiertos a los niños  para que pudieran mirar la muerte de los demás y esperar con desesperación la propia.
 
Los menores eran el platillo final, Onoprienko los disfrutaba de forma especial, los asesinaba lentamente con armas filosas, incluso hachas con las que daba un solo golpe certero, para posteriormente incendiar la casa de las víctimas para no dejar huella alguna.Tras una carrera delictiva iniciada en 1989, Anatoli Onoprienko fue llevado a la corte 9 años después.
 
 Llegó a sumar 52 asesinatos. Lo acusaban de fingir demencia y supuestos diagnósticos de esquizofrenia, fueron algunos de los elementos del juicio. Ante la imposibilidad legal de condenarlo a pena de muerte, Onoprienko fue condenado a cadena perpetua, sin embargo el asesino murió de un ataque al corazón el 28 de agosto del 2013.

 

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