VIDAS CALLEJERAS: Bolero más famoso en Neza colecciona amuletos peludos

07/10/2015 12:31 Actualizada 13:36
 

Para él, son amuletos y testigos. Peludos espectadores de sus hazañas en el arte de bolear. Desde que el primero llegó a sus manos, coleccionarlos le ha regalado sentido a su vida. Guardarlos durante 15 años le ha dado identidad. 

Para tenerlos bien checaditos, Patricio García Sánchez los forma ahí, en el lugar más vistoso de la esquina de Constitución de la República y Avenida Central, donde trabaja desde hace 20 años. 

Dice que mientras bolea, los mira de vez en cuando, porque la gente que se acerca a tomarse fotos con ellos, se los puede robar.

Sentados cada uno en su sitio de costumbre, estas “mascotas” esperan a que Patricio finalice su jornada, para que resguardados en una bolsa de plástico, regresen a casa como todos los días.

"Ellos tienen su lugar. Les pongo su gorra para que no se quemen y si están sucios los mando lavar. No me baño yo, pero los baño a ellos. Son ‘mis chavos’, los changuitos". 

Antes de ser conocido como ‘El Chango’, Patricio se dedicaba a lavar camiones de la Base 18, muy cerca de Ciudad Neza. Un día, un bolero del rumbo se ofreció a enseñarle este oficio para sacar más y con eso "echarle la mano". Con el tiempo, Patricio se cambió a esta esquina en donde peatones, taxistas, choferes de ‘micro’ y personal del Ministerio Público conocido como La Bola, se vienen a "dar grasa" con él. 

"Me gritan: ‘¡¡Ese mi changuito!!’ antes de bajarse a bolear conmigo y como yo no hago relajos, me estima mucho la gente".

Los simios chicos y grandes que lo acompañan en su trabajo son una pasión personal. Comenzó porque unos transportistas de Casas Alemán le regalaron una lona con la imagen de un chango vestido de sombrero y lentes. Patricio colocó esa propaganda en su carro de boleo para protegerlo y no faltó quien con spray escribiera sobre ella: "Mi chango". Desde ahí, toda la gente que lo conocía le empezó a decir así. 

El de la lona fue su primer chango y le siguieron aquellos que de uno en uno formaron una colección de 30 muñecos. Sin embargo, así como había gente que le regalaba otro preciado tesoro, otras personas llegaron a robárselo.

A los 17 que hoy cuida, Patricio los mira y peina mientras platica la historia de cada uno de ellos: "Este es un policía, aquí está un boxeador, éste es el último que me han regalado: ‘El Bofe’ y esta reina también acaba de llegar”, dice ‘El Chango’ abrazando un peluche con sombrero y vestido azul moteado.

Pero ni esa "reina" ni los otros que cuelgan de las ramas del árbol donde son colocados todos los días, tienen nombre y, de hecho, nunca lo han tenido.

"Ninguno de mis changos tiene, porque si les pongo nombre me encariño con ellos y luego la gente se los puede llevar", comenta Patricio, quien los abraza y sonríe, antes de volverlos a acomodar.

(Video: El Gráfico)

Google News - Elgrafico

Comentarios