EL TIANGUIS DE NICOLÁS SAN JUAN

04/12/2014 04:30 Mónica Ocampo Actualizada 05:32
 
EL TIANGUIS Nicolás San Juan ha sobrevivido a casi todo. Desde protestas vecinales hasta cambios de ubicación por parte de la delegación Benito Juárez. Aunque está conformado por menos de 30 puestos, los vendedores ofrecen su mercancía con una sonrisa.
 
La comida es el giro más común en este mercado sobre ruedas. La gente puede encontrar desde quesadillas, tortas, carnitas y barbacoa, en un horario de diez de la mañana a cinco de la tarde, todos los jueves.
 
Los vendedores más veteranos comentan que hace 30 años no era tan pequeño; sin embargo, conforme la construcción de vivienda se incrementó, sufrieron constantes reubicaciones y eso, a muchos les afectó, así que prefirieron emigrar a otra zona de la Ciudad de México, por eso, ahora el tianguis luce así.
 
LOS TACOS DE DON SIMÓN. Don Simón Amador es uno de los vendedores con mayor tiempo. Lleva 28 años ofreciendo tacos de mixiote y consomé. El secreto para mantenerse en el gusto de las personas, dice, radica en ofrecer un producto a buen precio sin sacrificar la calidad.
 
Le creo cuando un joven pide su cuenta y le dan un papelito con la cantidad de 56 pesos. En la lista aparecen dos tacos y un consomé, al chico ya no le quedó estómago “para más”, dice con una sonrisa. 
 
Sin darme cifras, don Simón asegura que de 15 años a la fecha las ganancias se le han reducido, pero prefiere conservar los precios accesibles y que la gente se vaya satisfecha, “aquí hay mucho trabajador, y a veces, hasta me sacan su morralla para pagarme. Entonces, no me puedo dar el lujo de subir los precios, porque me quedaría sin clientela”, explica.
Sus abuelos comenzaron el negocio en Zacatlán de las Manzanas, un pintoresco pueblo escondido en la serranía poblana y también, uno de los mayores productores de manzana en México, “ahí los productores te venden hasta tu refresco de manzana”, presume don Simón. 
 
El negocio lo heredaron sus padres, y sus padres se lo heredaron a él, y es probable que ocurra lo mismo con sus hijos, es decir, hablamos de un puesto con más de tres generaciones.
 
TODO TIENE SU CHISTE.  Lo mejor es que se han esforzado por conservar la receta familiar. Sin revelar el secreto, asegura que de todos los mixiotes que se venden en la Ciudad de México, ninguno como los de don Simón, “siempre traigo todo fresco. Aquí hasta la forma en que se pica la cebolla tiene su chiste”, bromea.
 
Para don Simón los culpables de que las ventas disminuyan y el tianguis sea cada vez más pequeño, sin duda, son los centros comerciales  que se ubican a unos cuantos kilómetros, pero aunque cada vez son más las personas que compran en tiendas de autoservicio, asegura que “la calidad y el precio no es lo mismo”.
 
“Aquí el kilo de aguacate está en 40 pesos. Quizá en el supermercado lo puedan encontrar más barato, pero no podrá comérselo porque se lo dan verde y duro como una piedra ¿Quién pierde?”, cuestiona.
 
La época dorada.  Cada jueves, Heriberto Esparza Ruiz llega a descargar las cajas de fruta y armar su puesto con barrotes de acero inoxidable. Así ha sido su vida durante 35 años. No se puede quejar. Le tocó vivir la época dorada del tianguis Nicolás San Juan. Cuando había más terrenos baldíos, más gente, y sobre todo, más compañeros, “¡Si no vendíamos, nos divertíamos por lo menos!”, dice sarcástico.
 
Es un señor canoso y de gesto grueso. Afirma  que no hay manera de revivir “la buena época”. “Pues poca gente hace su mandado entre semana. Casi todos trabajan, y como llegan en la noche, prefieren comprar en las tiendas de autoservicio, pues ya no hay calles disponibles para que nos ampliemos. Creo que cada vez seremos menos”, lamenta. 
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