SIN CLÓSET: Exigimos alto a los ataques contra la comunidad LGBTTTI

04/09/2015 05:30 Raúl Piña Actualizada 11:04
 
Hace poco más de una semana, el periodista/escritor Braulio Peralta, sufrió un ataque de violencia en contra de su persona, por parte un tipo —y seguramente sus cómplices— lo que terminó en golpes severos, hospital, familia angustiada y unas autoridades cada vez más cínicas, extorsionando y exigiendo dinero para devolver sus pertenencias, entre ellas su auto.
 
El periodista en cuestión al menos tiene un espacio dónde ventilar el hecho y hacer una demanda pública, exigiendo a nuestros gobernantes más garantías de seguridad y para que no se sigan cometiendo estos crímenes de odio.
 
Pero como siempre pasa: ¿Y el ciudadano de a pie?
 
El que no tiene esas tribunas para exigir de qué manera puede, ya no digamos pedir, ¡suplicar!, que así como hay instituciones que de algún modo protegen la integridad de la mujer y están contra la
violencia de género, también exista una dependencia, una oficina, un escritorio, donde podamos abrir un expediente —y que se le dé seguimiento— para que busquen y castiguen a los ‘mataputos’ que se creen con derecho a exterminar lo que ellos consideran una ofensa a sus principios de machos.
 
Este tipo de ataques se da en todos los estratos sociales. Desde la colonia o barrio más ‘lumpen’, hasta los fraccionamientos más adinerados. Este tipo de ‘brigadas’ se dan generalmente después de unos tragos (a veces combinados con drogas) y al calor de los mismos, se da la persecución y el abuso físico.
 
Puede ser a un chavo gay o una travesti parada en la calle y que recibe gritos, chorros de agua, botellas y/o piedras. A una pareja de lesbianas que, por el hecho de ir de la mano, se les agrede con argumentos como: ‘Las vamos a hacer mujercitas de verdad’ o ‘Ahora vas a saber lo que es un hombre: pinche marimacha’.
 
Ya estuvo bueno. Ya es demasiado. Ya no estamos en 1750. Estos son otros tiempos. Exigimos tolerancia y respeto. La lucha no ha parado y la gente gay (colectivo LGBTTTI) ha dado grandes pasos en la sociedad actual. Ya nos podemos casar, ya podemos adoptar hijos, ya tenemos beneficios como cónyuges en algunos empleos y podemos disfrutar de seguros médicosy/o de vida. Pero hay mucha ceguera todavía. Hay mucha discriminación y una enorme falta de respeto hacia nuestra comunidad.
 
No olvidemos que todos tenemos un amigo gay, un hermano, un primo, un vecino, un compañero, un nieto, ¡un hijo! Y uno de ellos podría ser víctima de la homofobia.
 
En marzo de 2013, la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que las palabras ‘puñal’ y ‘maricón’ dañan la moral, porque ofenden a los homosexuales. 
 
Y de los chingadazos ¿quién nos  salva?
 
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