UN GAY CHILANGO: Respeta a un niño gay

01/07/2015 05:00 Fernando Rex Actualizada 02:32
 
La vida de un infante que sospecha ser gay puede ser mucho más difícil si se enfrenta al acoso y abusos de un adulto.
 
Recordemos cuando éramos niños. Seguramente muchos evocamos esa época como la mejor de nuestras vidas, pues no había preocupación por el futuro y, simplemente, la felicidad era más sencilla.
 
Pero todo puede cambiar si eras un niño “diferente”, que se sentía distinto a los demás y no podía entender por qué era rechazado.
 
Cuando eres un infante de 8 o 9 años actúas conforme a tu inocencia: expresas lo que te gusta, lo que te llama la atención; o bien, muestras desinterés 
hacia lo que te desagrada de forma natural.
 
Muchos de nosotros actuábamos así: “No me gusta jugar futbol, prefiero jugar con muñecas”, “los niños son muy pesados, pelean mucho, mejor jugaré con las niñas”.
Estas decisiones las hacíamos sin pensar en conceptos como “gay”, “heterosexual” o “preferencia sexual”, a esa edad simplemente haces lo que te gusta, sin pensar en etiquetas pues asumes es normal.
 
Pero, cuidado cuando hay adultos de por medio y se dan cuenta de estas actitudes, todo puede volverse horrible.
 
Es triste decirlo, pero los adultos muchas veces son el principal causante de la infelicidad de un niño gay. A veces directamente burlándose de sobrinos o vecinos pequeños, otras ocasiones mediante sus propios hijos.
 
“No te juntes con ese maricón”, “no lo invites porque te va a pegar lo puto”, era común escuchar en algunas ocasiones.
 
Si eres un niño “gay” y escuchas estas frases, es difícil, pues no entiendes por qué todo es tan grave; en tu mente no terminas de captar por qué tu natural amanerada forma de ser resulta un “peligro” para alguien más, simplemente no lo entiendes y te deprimes.
 
En algunos casos, hay niños gays que se vuelven retraídos o agresivos a consecuencia de ese rechazo promovido por los adultos y sus depresiones son difíciles de revertir.
 
Afortunadamente, muchos niños ignoran los pensamientos de sus padres y hacen amigos con los “raritos”, otros tristemente siguen esa línea de la intolerancia y se vuelven los principales acosadores.
 
Puede que el rechazo entre niños sea más aceptado pues hay menos conciencia en nuestros actos a esas edades.
 
Pero el acoso o las burlas de un adulto hacia un niño gay deben desaparecer, pues no es una circunstancia pareja, ya que los infantes no pueden defenderse de las agresiones.
Así que por favor: no agredan a los niños que parezcan gays, dejemos que sean libres; la homosexualidad “no se pega” y a final de cuentas ¿Quiénes somos para arruinarle la infancia a un menor de edad? 
 
No hagamos lo que no queremos que hagan a nuestros hijos.
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