LA PASIÓN POR LA FE

01/04/2015 04:30 Tanya Guerrero Actualizada 04:30
 
El 18 de abril del año pasado, un temblor de 7.2 grados Richter alertó a la Ciudad de México y puso a temblar a quienes comenzaron temprano las procesiones del Viernes Santo en Iztapalapa. A Eduardo, el sismo lo agarró midiéndose la túnica con la que horas después saldría a dar la cara a los feligreses. Un rostro ensangrentado y lastimado por una corona de espinas, sufriente por azotes y jaloneos de traidores que por horas lo condujeron hacia la muerte.Antes de comenzar con la procesión en la que culminaría todo el esfuerzo físico y mental de tres meses, Lalo fue bendecido por sus papás y por los integrantes del Comité organizador. “El viernes de crucifixión es muy especial porque parece que te están despidiendo. Te dicen: ‘Desde que sales de aquí ya no eres Lalo, eres Jesús y vas a vivir solo todo lo que él vivió’. Y sí. Cargar la cruz mientras te están jalando con una cuerda atada al cuello es pesado, pero no puedes hacer nada. Tú tienes que seguir hasta lograr ser el Cristo de Iztapalapa”. Compra El Gráfico y disfruta de estas historias en tu edición impresa de hoy. 
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