Las reliquias de Notre Dame

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(Foto: Archivo, El Gráfico)

Al día 21/04/2019 10:45 Yohanan Díaz Vargas Actualizada 10:45
 

El pasado lunes, el mundo quedó impactado ante las imágenes que nos llegaban desde París: un incendio devoró dos terceras partes del techo de la catedral de Notre Dame, joya del arte gótico, patrimonio de la humanidad. 

A pesar de que el monumento más visitado de Europa ha conseguido mantenerse en pie, se han perdido algunas piezas de gran valor, como la aguja central de 96 metros, que se hundió poco después de haber comenzado el fuego; al parecer, ahí se iniciaron las llamas, en un área en la que se estaban llevando a cabo labores de restauración que se iban a extender hasta el 2022. Sin embargo, pocos saben que esta catástrofe también podría haber afectado a algunas reliquias. Del interior de la catedral no se pudieron extraer ni una de las espinas de la corona de Cristo ni otras reliquias pertenecientes a san Dionisio y santa Genoveva.

A pesar de todo, durante el transcurso de la tragedia, las autoridades eclesiásticas de Notre Dame anunciaron que habían sido puestas a salvo la túnica del rey san Luis y la corona de espinas que, según la tradición, sufrió Jesús de Nazaret durante la Pasión, así como un clavo de la crucifixión y un supuesto trozo de su cruz. Jean-Marc Fournier, capellán de la brigada de bomberos de París, no dudó en jugarse la vida para salvar estos objetos.

De la corona de espinas, cabe señalar que Balduino II de Constantinopla se la vendió al rey Luis IX de Francia, en 1239, fecha en la que la reliquia llegó a la capital francesa. Oculta en un relicario de oro, la corona entró en París el 18 de agosto y procesionó ante cientos de parisinos que salieron a las calles para presenciar el histórico momento. El documento más antiguo en el que se habla de esta reliquia data del 409 y es la peregrinación de san Paulino de Nola. 

En el siglo V, san Vicente de Lerins da cuenta de la forma que tenía esa corona de espinas, afirmando que se trataba de un casco que cubría toda la cabeza, precisamente la forma exacta de la reliquia custodiada en Notre Dame. La corona posee 21 centímetros de diámetro y está elaborada con una especie de junco mediterráneo.

profecías cumplidas. Además de las reliquias, destaca la profecía del último gran maestre templario, Jacques de Molay, quien fue quemado en la hoguera en la plaza de Notre Dame y quien pidió morir de cara al monumento que, igual que él, esta semana fue devorado por las llamas. 

Antes de morir, De Molay condenó a los responsables del fin de la orden y de la persecución templaria: el papa Clemente V y el rey Felipe IV de Francia. Al primero le auguró morir antes de 40 días, profecía que se cumplió; mientras que al segundo le dijo que fallecería aquel mismo año, 1314, maldición que también ocurrió. 

Debido a este acierto, se cree que lo ocurrido en París habría sido fruto de los pensamientos de este hombre que murió en el fuego, mientras contemplaba uno de los tesoros artísticos más importantes de la humanidad.

 

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