El injusto trato a José José

Gil Barrera

OPINIÓN 30/09/2019 10:27 Gil Barrera Actualizada 11:28

Era una muerte anunciada y preparada. Su larga agonía permitió que los medios tuvieran listo el ‘zopilote’ —como se dice en el argot a los obituarios— y sólo le dieron ‘play’ a lo grabado y la gente se enteró de la vida y obra de ‘El Príncipe’. 

Con la prensa, José fue muy generoso, dio nota hasta su último respiro. Entre los pleitos familiares y el silencio sobre su salud, José decidió encerrarse y no saber más de nadie, dejó al olvido a su nieta Elena —hija de Marysol Sosa— y ‘mandó por un tubo’ a los amigos que lo rescataron cientos de veces en sus crisis de adicciones. 

Uno de los tesoros del ‘Príncipe’ era su trato afable, saludaba sin distinción y con una memoria privilegiada recordaba nombres y rostros. A diferencia de las estrellas actuales, tenía la disciplina de llamar a los reporteros, sin importar el medio, sólo para saludar.

En la gran época de José (80 y 90) los reporteros siempre recibieron su trato generoso, los respetaba, compartía todo, hasta sus recaídas y tenía la franqueza de acercarse a ellos y pedir que no lo entrevistaran porque andaba en la fiesta y con un “tú me entiendes, mi hermano” lograba que bajaran la guardia y hasta se echaran con él los ‘bacachos’. 

En corto, José me confesó que comenzó a padecer el medio en los noventa, cuando el sensacionalismo se enfocó en él: “Antes también había chismes, pero lo fundamentaba la crítica especializada, te hacían pedazos si fallabas con el público y si de refilón te agarraban en algo... pues te tenías que aguantar, mi hermano”, decía con su expresión.

A pesar de la honestidad y transparencia con la que siempre se condujo José José, lo que México debe recordar es su maravilloso legado, el don de la voz irrepetible con la que siempre se condujo y el sello de su humildad ante el escenario. Es un hecho que ahora los medios se enfocarán en la disputa familiar y en los vergonzosos discursos de su última hija Sara Sosa, quien —aparentemente— sólo con su palabra hará valer lo que ‘El Príncipe’ le indicó. 

José le dio brillo al espectáculo, generó empleos, ayudó familias y con su talento creó el playlist de la vida en amorosos y abandonados.

El final de José no debió ser así; por cualquier causa, nadie en absoluto, merece un trato de príncipe, a mendigo. Nos leemos la próxima aquí donde quizá hablemos de ti.

Comentarios