¿Y la autoridad?

Gabriel Cruz

OPINIÓN 04/09/2018 10:20 Gabriel Cruz Actualizada 18:21

Es una realidad que la lucha libre no es una competencia deportiva, pero también lo es que requiere de una fuerte preparación física para alcanzar ciertos niveles de profesionalismo, sin los cuales sería complicado conseguir un espacio en una función, y, sobre todo, realizar un trabajo decoroso sobre el cuadrilátero.

Sin embargo, la lucha libre cada vez es más un espectáculo que un deporte. Los tiempos cambiaron y la evolución obligó a encontrar formas de encararla, así que las condiciones se modificaron en busca de un mayor impacto entre sectores más amplios de la sociedad. Entonces, el deporte de la lucha libre se volvió un pasatiempo de fin de semana para mayor cantidad de personas, no necesariemante aficionados.

Pero eso implicó darle más color al asunto, alejarse de la lucha clásica, “aburrida” y que no llena arenas, darle a la gente lo que pide, la lucha degeneró en un show bastante kitch.

Así, hoy podemos ver sin problema en alguno a dos réferis treparse al ring y robarse el show en Triplemanía, aventarse un par de patadas voladoras y ser las estrellas de la batalla, con el presidente de la Comisión de lucha libre de la Ciudad de México, sentado en primera fila, sin inmutarse, aliándose al espectáculo, siendo juez y parte. Total, es lucha libre y todo se vale.

Nada nuevo. Inclusive, tal vez saliéndose un poco de las formas, el ganador absoluto del evento le recuordó al Comisionado, que hace unos años lució igualmente como una autoridad de papel al desconocer un triunfo que le adjudicaba el derecho a portar un nombre, como previamente se había pactado con la empresa responsable del programa.

Una semana después. Un luchador sube en aparente estado inconveniente a luchar en la Arena México y nadie se dio cuenta, hasta que otro de los gladiadores se puso el traje de autoridad y decidió acabar con el show por su propia cuenta. El comisionado y médico en turno brillaron por su ausencia, no se percataron de nada o de plano están lejos de ser profesionales.

Así es la lucha ahora. Dos casos que ocurrieron en las empresas más grandes que promueven lucha libre en México, lo ejemplifican. Es un deporte transformado en espectáculo pero nadie se atreve a decirlo, habría que dar ese paso para que de alguna forma se le tome más en serio lejos de las arenas y los espacios dedicados a su práctica.

¡Buenas luchas!

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