Salarios y TLC

Martí Batres

OPINIÓN 28/08/2018 09:42 Martí Batres Actualizada 15:42

El pronto avance en las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sin duda es fruto de la fuerza del gobierno entrante que participó de forma activa en este último tramo de las negociaciones.

Vimos transitar las posturas del presidente de EU, Donald Trump, de prácticamente la negativa por ratificar el acuerdo comercial con México, a la buena disposición que llevó a concretar el avance.

No es poco lo que se logró. Destaca el hecho de que la soberanía energética de México se mantiene a salvo, pero también destaca el tema del salario que beneficiará de forma directa a los trabajadores mexicanos. De los tres países asociados, México es el que tiene salarios más castigados.

Esto implica serias problemáticas. Por un lado, EU y Canadá han experimentado la migración de empresas hacia nuestro país pues aquí se ofrece fuerza de trabajo eficiente a muy bajo costo. Por otro lado, nuestro país se ha visto impedido para experimentar la bonanza económica pues si bien se han abierto puestos de trabajo, esto no ha significado un incremento en los niveles de vida de nuestros trabajadores.

Y es que la diferencia en los ingresos de los trabajadores de los tres países es enorme. Un trabajador estadounidense con salario mínimo gana 12 veces más, que uno mexicano con el mismo nivel salarial.

Por poner un ejemplo, en México un trabajador con el mínimo gana poco más de 2 mil 600 pesos al mes. El sueldo mensual más bajo en EU Unidos es de más de 32 mil pesos. Este ingreso supera con mucho las percepciones de la mayoría de los profesionistas nacionales que ganan en promedio mensual arriba de los 11 mil pesos. De tal magnitud es la diferencia.

Por ello, equilibrar más los salarios implica ventajas para los tres países. En nuestro caso, significa abrir la posibilidad de mejorar los niveles de vida de la clase trabajadora a la que se ha castigado por décadas en aras de atraer más inversiones. Esta tesis, esgrimida tradicionalmente por quienes han gobernado en las últimas décadas, está basada en que teniendo salarios “más competitivos” se desata la creación de empleos y, a partir de esto, se generan condiciones de bienestar social. Lo cierto es que esta visión ha generado más problemas sociales que beneficios y ha abundado al incumplimiento de uno de los principales objetivos de la firma del TLCAN que es acercar el bienestar a México, “meternos al primer mundo” como se prometió a principios de los años 90.

Este avance ayudará también a frenar uno de los males que aquejan a la región que es la migración. Después de observar el abismo en los niveles salariales entre México y EU, y tomando en cuenta el desempleo en nuestro país, resulta fácil comprender por qué muchos connacionales deciden emigrar al país vecino, arriesgando su integridad y desarticulando a sus familias.

Es evidente que si hubiera mejores condiciones laborales, la migración de trabajadores no sería un tema en la agenda y muchos de los problemas que se aparejan a la migración tampoco.

Si bien falta que Canadá apruebe estos acuerdos alcanzados entre México y EU, se abre un buen margen de esperanza para los trabajadores mexicanos. El reto del nuevo gobierno será poner en práctica estas nuevas condiciones comerciales y trabajar para que la economía crezca al mismo ritmo que el bienestar.

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