Pasión sin tregua

Gabriel Cruz

OPINIÓN 07/08/2018 09:25 Gabriel Cruz Actualizada 10:25

No era la primera vez que pisaba la arena San Juan, pero la cita del pasado sábado fue distinta, tal vez porque visitarla no estaba en mis planes, hasta pocas horas antes.

La propuesta era llamativa. En la batalla estelar se jugaban las máscaras dos viejos conocidos: Toxin y Fly Star, alejados por el destino pero que esa noche se reencontrarían en el cuadrilátero y uno saldría sin su incógnita.

Mexa corrió con el gasto previo a la función, se festejaba su aniversario y el barrio acudió a la celebración de una forma inesperada, con las gradas llenas y la expectativa de un evento inolvidable.

Pasaban las seis de la tarde y las taquillas aún tenían movimiento, adentro, la segunda llamada invitaba a buscar el mejor lugar para no perder detalle.

Uno de los últimos en entrar fue el Negro Casas, su llegada fue la señal indiscutible de lo que estaba por suceder. El 4:40 hizo explotar el inmueble y tachó a la San Juan en su lista de festejo por 40 años de rifarse el alma en los cuadriláteros.

Sólo fue el inicio. Titán, Fénix, Centurión, Arez, Keyra, Flamita, Lady Maravilla y más jóvenes talentosos redondearon la velada, con altas y bajas de ritmo pero una constante, el deseo de que no pasar desapercibidos en una noche que adquirió tintes especiales.

Así llegó el momento que la mayoría imaginó durante la semana. Los Kriminal Boys atacaron desde esquinas rivales la batalla que cambiaría irremediablemente sus carreras.

Fue un combate extenuante, tal vez demasiado largo pero ninguno quería romper con la historia que construyeron juntos y alargaron la agonía.

Pasearon su rivalidad por cada rincón del lugar, bañaron con su sangre el piso y se despidieron cara a cara, de la afición que los vio madurar.

El fuego atizó la batalla, los vuelos iluminaron el recinto y los castigos acortaron la ruta hacia el desenlace que apareció ligado al último aliento enmascarado de Fly Star, un flachazo de gloria por el que Toxin pagó algo más que sudor, en el cierre de una noche de pasión sin tregua.

¡Buenas luchas!

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