Morena, la nueva etapa

Martí Batres

OPINIÓN 14/08/2018 09:15 Martí Batres Actualizada 17:15

El próximo 19 de agosto se llevará a cabo el Congreso Nacional Extraordinario de Morena, el partido triunfante en la pasada elección presidencial. Nunca una fuerza de izquierda había logrado que se le reconociera el triunfo en la contienda política por antonomasia en México. Por eso, esta reunión de los congresistas nacionales adquiere especial relevancia.

Sin duda, habrá un balance del triunfo como parte central del acto. Pero lo trascendente será el rostro que se perfile de Morena hacia el futuro y cuál será su papel de cara al gobierno y a la mayoría legislativa.

En este contexto, este Congreso Nacional de Morena significa abrir una nueva etapa. Se terminó la lucha por el gobierno. Se logró lo que parecía imposible. La organización estaba dispuesta para luchar contra el poder y por la victoria electoral para conquistar la Presidencia de la República.

En el horizonte de Morena nunca estuvo la visión gradualista de conquistar pequeñas franjas de poder, sino llegar a la Presidencia como condición indispensable para lograr la transformación de México.

Eso está hecho. Ahora la tarea de Morena será distinta. Le corresponde ser la fuerza clave, estratégica de la transformación nacional.

Para ello, tienen que ocurrir varios cambios o procesos: 

1. Pasar de la mentalidad opositora a la mentalidad de gobierno.

2. Pasar de ser un movimiento político con una sola función, que era luchar por el gobierno, a ser un movimiento político que sea al mismo tiempo, partido, gobierno y mayoría legislativa. Esto es actuar en un marco de división de poderes y funciones. 

3. Pasar de un movimiento amplio y hasta cierto punto difuso a ser una fuerza política con una identidad ideológica precisa, sin perder la capacidad de hacer alianzas.

4. Pasar de una organización informe y dispersa a una institucionalización plena, con procedimientos y reglas claras que sean cumplidas por todos, desde los más altos dirigentes hasta los militantes de base.

5. Blindarse para no corromperse por el contacto con el poder.

Morena no debe renunciar a consolidarse como organización política ni a establecer de forma nítida su identidad ideológica, tampoco debe perder su perfil ético, ni mucho menos debe renunciar a concretar su presencia en todo el territorio nacional.

Esos elementos fueron factores claves para que el partido más joven de México se alzara con la victoria el 1 de julio pasado. Morena nació para ganar la Presidencia de la República, en lo inmediato, pero para transformar el país a largo plazo.

Los electores de Morena no sólo votaron por un nuevo gobierno, también lo hicieron por una nueva forma de hacer política. De ahí el grato recibimiento que han tenido los anuncios de austeridad y las propuestas de recorte presupuestal al Poder Legislativo y a los propios partidos políticos.

Ahora, a Morena, a sus gobiernos y a sus legisladores les corresponde demostrar que es posible ejercer el poder con ética y, sobre todo, con ímpetu transformador.

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