Elba Esther y AMLO, la justa cercanía

LEO AGUSTO

OPINIÓN 13/08/2018 10:05 LEO AGUSTO Actualizada 11:05

En política no hay coincidencias. Fue la frase más recurrente ante el hecho de que Elba Esther Gordillo Morales obtuviera su libertad incondicional el mismo día en que el Tribunal Electoral entregó la declaratoria de Presidente Electo a López Obrador.

Una de las lecturas es de mensaje macabro desde Los Pinos al utilizar la casualidad como deslinde. 

La liberación de la maestra da para especular lo que hubiera sucedido si el hecho se hubiera dado ya en los tiempos del mandato de López Obrador, pero es demasiado ocioso, porque la lideresa histórica del magisterio mexicano volvió a dar clase al presidente Peña.

Primero, al defenderse legalmente con uñas y dientes, donde el trasfondo siempre fue político por la reforma educativa, mientras el legado de Aurelio Nuño se concentra en haber sido corregido en público por una destacada estudiante y sus libros de texto para primaria con manos de seis dedos.

La realidad da la razón a los opositores de la reforma educativa de gran calado; entre la resistencia estuvo la disidencia magisterial de la CNTE, el presidente electo y, obvio, Elba Esther Gordillo. 

La segunda lección es electoral: parecía inconcebible que el Panal se sumara en alianza con el PRI para la elección presidencial; algo no parecía claro al ver al partido del magisterio aliado con el partido y específicamente con el grupo político que detuvo a su abeja reina. El resultado es conocido, el PRI perdió la Presidencia y Nueva Alianza está a punto de perder el registro. ¿Para dónde se fue el voto del magisterio silente y del disidente? Quizá la maestra sepa. 

En el pasado, Elba Esther cobró políticamente caro a los gobiernos panistas el precio de la experiencia política. A la llegada de Peña Nieto, comenzaron los regateos; la voracidad del PRI luego de 12 años de ayuno en la administración pública hoy hace ver la detención de la maestra como la voz de ataque del peñismo hacia la depredación del país.

Una de las promesas de campaña de AMLO fue terminar con la evaluación docente como método de presión y justificante de despido de maestros y maestras.

La derogación de la reforma educativa peñista transitará sin ningún problema, gracias a la aplanadora guinda en ambas Cámaras, no tanto por la supuesta alianza entre Obrador y Gordillo, sino por sentido común y el balance de su implementación. 

Al haber sido presa política, la maestra adquiere liderazgo moral frente a los maestros. Quizá, si su estado de saludo se lo permite, Elba Esther volverá como presidenta vitalicia del SNTE en funciones.

En los casi seis años de cautiverio, nadie pudo tener la capacidad de diálogo y equilibrio, más que control, sobre las naturales fuerzas internas del sindicato, del partido político.

Entre el Presidente Electo y Elba Esther Gordillo existe una sana distancia, ocioso quien diga que los personajes están distanciados; el reto será que encuentren la justa cercanía para elevar la calidad de la educación.

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