El estallido y la corrupción

OPINIÓN 30/01/2015 05:00 Actualizada 05:00

Otra vez una tragedia nos recuerda, con saldo de muertes y destrucción, lo vulnerables que somos, aun en la ciudad más grande, importante y acaso mejor equipada del país, ante siniestros que ocurren no necesariamente por la falta de normatividad y protocolos de seguridad, sino por la corrupción que permite incumplirlos.

Es muy pronto para descartar al 100% que fue un error humano cometido al suministrar gas LP, el que provocó el estallido que destruyó ayer hasta 70% del Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa (¿quién sabe qué tan sólidamente construido?), las muertes, hasta ahora confirmadas, de tres personas y heridas a otras 73, muchas de ellas recién nacidas.

Pero los testimonios recabados en el lugar de los hechos y las primeras declaraciones de los tres operadores de la pipa detenidos, refieren que la carga del combustible se hizo con una manguera que tenía una fuga y, seguramente, como casi todos hemos corroborado presencialmente, en medio de la desatención de quienes se ocupan de esas tareas. Es decir, problemas de equipamiento y el descuido humano de trabajar con esas peligrosas limitaciones.

Las gaseras y pipas con que se distribuye gas LP en el valle de México deben cumplir con una norma oficial (NOM) muy rigurosa. Lo que parece claro es que pocas la cumplen y para poder seguir operando “muerden” a los encargados de hacerlas cumplir. Esos “servidores públicos”, en el caso de la ciudad de México, están en las delegaciones, que son verdaderos paraísos de la corrupción.

Pero el asunto no queda ahí. Múltiples han sido las denuncias y los accidentes provocados por empresas gaseras que no cumplen con los mínimos de seguridad que, no obstante, mantienen sus permisos de operación que les otorga la Secretaría de Energía, dependencia del gobierno federal que hasta anoche no había dado la cara para informar de Gas Express Nieto, la responsable de la explosión en Cuajimalpa, y seguramente parte de alguna de las seis familias que controlan ese millonario negocio en el país.

Prevalecen las ‘mordidas’ y los ‘cochupos’, y eso que ya hemos sufrido trágicos accidentes ocasionados por causas jamás determinadas claramente, pero relacionadas con el suministro de combustibles: las explosiones de San Juan Ixhuatepec, el 19 de noviembre de 1984, con saldo de 600 muertos; y las del sector Reforma de Guadalajara, el 22 de abril de 1992, con saldo de 700, sólo por citar dos de los más graves.

Mucho tiene que informar aún la autoridad respecto a la explosión del hospital de Cuajimalpa. El GDF, por ejemplo, deberá informar los términos de contratación de Gas Nieto Express, empresa que desde 2007 tiene el contrato de abastecimiento de la red de hospitales del gobierno capitalino.

El valle de México es, le decía, muy vulnerable a este tipo de accidentes y, por lo poco que sabemos al respecto, también lo es en el manejo de materiales radiactivos o ante la eventualidad de ataques biológicos y químicos que no son producto de la paranoia, sino de la realidad de un mundo cada vez más convulso.

No esperemos más tragedias para tomar medidas y seamos parte de un esfuerzo común y radical contra la corrupción que nos ahoga.

2. VISIÓN. Anoche, en la Casa Lamm de la ciudad de México, Pedro de León Mojarro presentó su libro “Podemos Lograr Más. Visión para el desarrollo”, una coedición de Plaza y Valdés, la Cámara de Diputados y la Universidad Autónoma de Zacatecas. Este político zacatecano es actualmente el coordinador de delegaciones de la Sedesol federal. Se le conoce como constructor de candidaturas y triunfos de los ex gobernadores Ricardo Monreal y de Miguel Alonso Reyes. En su perspectiva está ser el candidato en 2016 al gobierno de Zacatecas.

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