DF

Cráteres en el DF

OPINIÓN 29/11/2013 05:00 Actualizada 05:00

¿Han visto la Luna y sus cráteres? Pues la Ciudad de México también tiene los suyos, aunque éstos no se hicieron por impactos de meteoritos y tampoco son inofensivos…

El sábado de la semana antepasada salí de trabajar cansada y con ganas de ir a casa directito a dormir. Casco, botas y guantes puestos, le di marcha a La Rubelia y oh, oh… se le había bajado la batería.

“Ándale chiquita, no me hagas esto ahorita. Arranca ¿sí?”, le pedí mientras la iba empujando para agarrar vuelo y encenderla en segunda velocidad. Como es bien comprensible mi máquina, arrancó fácil y rápido, así que avanzamos despacio y cuando le iba dando su palmadita en el tanque —como los jinetes a los caballos—… ¡¡¡diablooooosss!!!

Lo vi venir. Era enorme. Profundo. Amenazante. Estaba lleno de piedritas rojas como de ladrillo y tierra regada, de esa que puede hacernos derrapar. Peligro. Supongo que mide como un metro cuadrado, pero en ese momento, a oscuras porque no había alumbrado público y con la pura luz de mi moto, me pareció que ese bache era como un cráter en plena avenida.

Como no iba a poder esquivarlo y no sería la primera vez que caería en uno de los miles —o millones— de baches que desvergonzadamente hay en esta ciudad, mi cuerpo se puso en guardia. Agarré fuerte el manubrio, apreté hasta los dientes y… ¡¡¡Auch!!! Sentí el tirón desde el coxis hasta la primera cervical.

Una señora que iba a cruzar la calle me gritó: “¡Cuidado!, ¿estás bien?” Y sí. Trastabillamos y aunque no nos caímos, por un momento pensé que hasta las amalgamas se me botaron.

Me sorprendió que la llanta delantera de La Rubelia rodara normal, pues con el trancazo el rin pudo abollarse o hacerse cuadrado, ¡ja!

Me orillé, la puse en el parador central y confirmé que la llanta estaba aparentemente bien. Respiré profundo, pensé algunas palabrotas (¿quién no lo haría?) mientras mi corazón recuperaba su ritmo normal y me volví a montar rogando que la llanta no se desinflara a medio camino. Como somos guerreras, llegamos sanas y salvas a casa.

Dudo que cualquier motociclista —lea o no este espacio— carezca de una anécdota parecida a la que les cuento. Imagino que hay quienes ya hasta tienen bien ubicados ciertos “cráteres” que llevan años en el mismo lugar sin que las autoridades hagan algo por repararlos.

Lo malo es que esos hoyos en las calles no son provocados por impactos de meteoritos como los de la Luna, sino por la mala calidad del pavimento con que se “arreglan” y la falta de mantenimiento de los gobiernos, delegacional y central, según sea la calle o avenida donde estén.

Por cierto, si a algún delegado o funcionario le queda el saco, ese cráter está en la avenida Morelos casi en la esquina con Enrico Martínez, antes de llegar a Bucareli. Digo, por si acaso les interesa arreglarlo, ¿no?… A bientôt!!!

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