Larrea: mientras más ricos, más impunes

OPINIÓN 29/08/2014 10:30 Actualizada 10:30

Germán Larrea, el tercer hombre más rico del país, dobló a Peña Nieto como en su momento hizo inclinar la cabeza a Felipe Calderón y a Vicente Fox. Luego de que la minera Buenavista del Cobre provocara un derrame de sulfato de cobre en los ríos Bacanuchi y Sonora que fue catalogado por las autoridades ambientales como “el peor desastre ambiental en la industria minera del país” y que afectara a más de 24 mil personas, el gobierno federal pretende imponer una sanción “ejemplar” (por lo ridícula) de 40 millones de pesos más “gastos de remediación”.

No es la primera vez que el señor Larrea protagoniza grandes escándalos por los abusos contra los trabajadores y las comunidades donde tiene establecidas sus minas. Antes de este holocausto ambiental, Larrea fue el protagonista de la desgracia de la mina de Pasta de Conchos en la que 65 mineros quedaron sepultados por una explosión sucedida el 19 de febrero de 2006.

El hecho reveló la negligencia con la que operan las empresas de Larrea y las condiciones infrahumanas en las que laboran los mineros. Al final, el gobierno de Vicente Fox dispensó a este empresario incluso de rescatar los cadáveres de los trabajadores muertos.

Germán Larrea, dueño del Grupo México, considerada la empresa minera más grande de México y la tercera productora más poderosa del mundo, es un hombre con suerte y fortuna. Es un consentido del régimen porque tiene dinero y tiene dinero porque es un consentido del régimen.

La fortuna de este empresario comenzó a despuntar con las privatizaciones. Fue el principal beneficiario de la venta de minas que impulsó Carlos Salinas. Luego, cuando Ernesto Zedillo decidió poner en venta Ferrocarriles Nacionales de México, Larrea entró al negocio y se convirtió en el dueño de la red ferroviaria más grande del país.

Pero Larrea y Grupo México no sólo son minas y ferrrocarriles. También han incursionado en otros negocios como la exhibición de cine, que en su momento también formaba parte de los negocios en manos del Estado y en el negocio de los aeropuertos.

Este personaje, que gusta por guardar el anonimato, es el vivo ejemplo de cómo funciona el Neoliberalismo en México. Con las privatizaciones Carlos Salinas creó una casta empresarial que adquirió relevancia internacional al aprovechar las riquezas de México. De la mano de la fortuna económica los beneficiarios de Salinas accedieron a la fortuna política. Pasaron, como Larrea, de ser los beneficiarios del régimen a convertirse en los jefes del régimen, en los dueños de México.

En cambio, las privatizaciones no han representado ningún beneficio para la gente. Los empleos bien pagados que ofrecieron son los miserables puestos de trabajo en las minas de Larrea, donde los trabajadores no tienen el derecho de si quiera ser rescatados en caso de accidente. La expansión de los sectores privatizados es la desaparición del ferrocarril de pasajeros instrumentada por Larrea, la sana competencia es el monopolio de la exhibición cinematográfica de Cinemex, también propiedad de este empresario.

Si esto pasa con las minas, imaginemos lo que pasará si se concreta la privatización del petróleo: los ricos serán más ricos, gozarán de mayor impunidad y los empleos bien pagados que hoy ofrecen serán en realidad paupérrimos puestos laborales como los que hoy ofrece Larrea en sus minas. Imagínense la contaminación de ríos, mares y la impunidad que gozarían quienes hoy aspiran a quedarse con la riqueza petrolera de la nación.

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