Científico pobre...

OPINIÓN 29/07/2014 05:00 Actualizada 05:00

Hallamos completamente “natural” que un futbolista mundialista gane millones de euros al año y lo mismo ocurre con los actores de cine o televisión. Esto puede comprenderse en razón de que son trabajadores del espectáculo o el entretenimiento, pero cuando se trata de científicos, artistas y educadores lo “natural” es esperar que ellos hagan su trabajo por puro amor al arte.

Si se compara el nivel y la calidad de vida en promedio de las personas que se dedican a la investigación científica y el desarrollo tecnológico con otros actores de la vida nacional, como los políticos (funcionarios y líderes partidistas o sindicalistas) el panorama no deja de ser, la mayoría de las veces, insultante. ¿Por qué sucede esto?

Tómese como base un par de estudios que el Foro Consultivo Científico y Tecnológico encargó a sendos grupos de expertos para abordar la cuestión de la jubilación de la membresía del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), y que produjeron igual número de documentos: uno es el Estudio sociológico sobre las perspectivas de jubilación de los miembros del SIN y otro es el Análisis actuarial para la creación de un esquema que incentive la jubilación del personal del SNI.

En la página 16 de este último aparece un par de gráficas: la primera muestra los salarios teóricos actualizados por nivel (candidato, I, II y III), de acuerdo con la inflación de 2010 a 2012, y la segunda, la distribución total de investigadores miembros, de acuerdo con el salario teórico obtenido. La nómina anual total de ese periodo fue de 10 millones 785 mil 501.724 pesos, distribuida entre 18 mil 475 investigadores, cuya mayor concentración se ubicó entre los rangos de 40 mil a 50 mil pesos como salario, y que involucra a 5 mil 594 trabajadores (30.28%).

No está mal, pero tampoco sirve a los propósitos de generar una cultura compatible con el conocimiento basado en ciencia, tecnología e innovación (CTI), ni para alentar la vocación de las y los jóvenes a emprender carreras en las ciencias exactas. ¿Cómo convencer a gobierno, ciudadanos e inversionistas de que la CTI genera riqueza si quienes se ocupan de ella mantienen a duras penas una vida decorosa?

La famosa frase con la cual el profesor Hank González justificaba su enriquecimiento económico dice así: “Un político pobre es un pobre político”, ¿qué podremos decir entonces para justificar la situación económica de nuestras mujeres y hombres de ciencia?, ¿acaso será necesario abrir una investigación por empobrecimiento inexplicable?

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