Las curvas del placer

OPINIÓN 29/05/2013 00:00 Actualizada 00:00

Por milenios, las curvas femeninas han sido tema de innumerables textos dedicados a encontrar la razón de por qué las miradas masculinas se detienen más en ellas que en los cuerpos con menos protuberancias.

Desde teorías sicológicas hasta anatomistas y biólogas han tratado de investigar el gusto masculino por las curvas femeninas y aunque las curvas han sido elogiadas en todas las partes del cuerpo, durante diversas etapas de la historia humana en realidad las redondeces que más llaman la atención de los hombres son las nalgas y los senos, mientras que la curva que más se ha deseado es la de la cintura.

Pese a que los gustos culturales son diversos alrededor del planeta y que eso influye en el gusto sexual, se ha llegado a una media sobre el tipo de relación que debe de haber en las medidas de las mujeres para ser más atractivas hacia los hombres en cualquier país, ésta supone que la cadera debe tener un diámetro mayor de un 50% del que tenga la cintura.

A través de múltiples encuestas, los varones heterosexuales siempre, en su mayoría, han expresado que las mujeres más atrayentes son aquellas con curvaturas más pronunciadas y en específico las de caderas anchas y cintura estrecha, pese a que las revistas de moda impulsen en sus portadas chicas con cuerpos con poca masa corporal.

Los biólogos y antropólogos señalan que este gusto es un mecanismo de supervivencia de la especie humana que supone que, mientras más cadera y senos, mejor dotada está la mujer para la procreación ya que en la primera es donde se aloja en feto y en los senos aseguran la alimentación.

Se dice que este proceso es la forma de selección natural de los varones para elegir con cuál mujer “aparearse” y que se tiene de manera inconsciente desde que el hombre apareció en la tierra y tuvo que evitar de manera más primitiva su extinción.

De hecho, cada época ha tenido su rasgo estético en el gusto por el cuerpo humano, y sobre todo por el femenino que se ha pintado y esculpido durante siglos, tanto vestido como desnudo, pero lo que en verdad ha cambiado es cómo se ve y valora la estructura y masa corporal, tanto en términos de salud como en las probabilidades de supervivencia.

De tal forma, hay sociedades (como aquellas que padecen hambre) donde son más valoradas las medidas grandes de cadera y senos; y las más industrializadas, donde se valora más lo esbelto ya que implica un estilo de vida y un poder económico más alto.

La adaptación al medio ambiente también es un factor que se ha contemplado en el gusto de las curvas femeninas: según los expertos, las preferencias por algún rasgo en especial evoluciona porque dicho rasgo indica alguna característica que promueve el éxito y le da valor adaptativo y, por ello, se vuelve cotizado.

Sin embargo, el ser humano, pese a su carga primitiva, instintiva o biológica no controlada, se rige en la actualidad también por patrones más elaborados para elegir pareja y esto tiene que ver con factores de tipo social, económico y educativo.

Así que no hay que confundir, pues actualmente, en pleno siglo XXI, la especie humana no se empareja sólo por el instinto primario de la reproducción de la especie, sino por intereses que abarcan áreas complejas de su cultura.

Sin embargo, es cierto que a pesar de que la selección de una pareja en los hombres no está determinada únicamente por la relación cadera/cintura, este gusto por contemplar dicha medida sigue vigente.

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