Francisco Kuykendall

OPINIÓN 29/01/2014 05:00 Actualizada 05:00
Para Fernanda y Rodrigo

El luchador social y director teatral Juan Francisco Kuykendall murió el sábado a consecuencia de la fractura craneoencefálica ocasionada presuntamente por una bala de goma, proveniente de la policía federal el 1º de diciembre de 2012. Afuera del recinto de San Lázaro, ante la toma de posesión de Enrique Peña Nieto, como presidente de la República, se desarrollaba una protesta social en medio de gases lacrimógenos.

Según testigos, Kuy acudió a la protesta convocada por diversas organizaciones sociales, a los pocos segundos de descender del transporte se percató del montaje de la provocación, había un fuerte olor a gas y palos de madera amontonados. Apenas unos segundos, yacía sobre el pavimento, herido de gravedad a causa del traumatismo craneal.

Recordemos que ese día por la red empezó a circular información relativa a la violencia suscitada en las inmediaciones de la Cámara de Diputados. Se mostraba una fotografía de Kuy ensangrentado y tendido en el suelo, a quien bajo el nombre de Carlos Valdivia se le daba por muerto. Adentro de la cámara, el diputado del PT, Manuel Huerta, denunciaba la provocación y el desorden propiciado fuera del amurallado palacio legislativo y le demandaba al presidente de la mesa directiva un informe sobre los disturbios. Posteriormente, el coordinador del Movimiento Ciudadano en tribuna, Ricardo Monreal, diría que la víctima había fallecido.

Los medios de comunicación negaron el hecho, solamente estaba herido, “con la masa encefálica de fuera”. ¿Cómo se le puede llamar a eso? Yo recuerdo al Kuy en los años 80 interpretando la obra de teatro Esperando al Zurdo, de Clifford Odets, donde el líder nunca llega a la asamblea pues lo matan de un balazo en la cabeza.

Desde muy joven, el teatro fue su pasión y vocación. En 1967 emigró de Tamaulipas para estudiar arte dramático en el INBA, participó en el movimiento estudiantil de 1968, se integró a CLETA y fundó en los años 70 el PMT al lado de Heberto Castillo y Demetrio Vallejo.

El director de teatro y activista cultural de La Otra Campaña tenía una larga trayectoria, adherente de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, a los 67 años de edad “cayó en batalla por sus ideales”, como dijera su amorosa compañera Eva Palma.

Que la muerte de Kuykendall no quede impune.

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