El tío que salió del clóset

OPINIÓN 29/01/2014 05:00 Actualizada 05:00

Con un buen manejo político del tiempo se anunció la detención del jefe de prensa de Los Templarios, Dionisio Loya Plancarte, alias El tío Nicho. Falló sin embargo la forma de informarlo porque no se tomó en cuenta la creciente incredulidad de una ciudadanía que, para desgracia de políticos y poderosos, ya no se conforma con los dichos y exige evidencia documentada de lo que se afirma como verdad oficial.

Antes del mediodía del lunes, el secretario Miguel Ángel Osorio Chong adelantaba en el DF a diputados del PRI la detención, según les dijo, de uno de los cinco principales objetivos de Los Templarios, pero no mencionó su nombre. Ya en horas de la tarde, en Tepalcatepec, Michoacán, el comisionado federal Alfredo Castillo y el gobernador Fausto Vallejo firmaban con las autodefensas un acuerdo para legalizarlas o, dicho de otra forma, sacarlas de la ilegalidad, condición de la que los gobiernos eran cómplices al darle protección a su avance por territorio purépecha.

El anuncio del acuerdo (resaltando la efectividad de la inteligencia para demostrar que a la violencia criminal no necesariamente se le combate con la violencia del Estado), fue aprovechado (y ahí está el buen timing político), para revelar la identidad del templario detenido y los detalles de la captura.

El Tío Nicho, segundo en la línea de mando del cártel criminal, con tareas de comunicación por medio de videos subidos a las redes sociales (de ahí que se le caracterice como jefe de prensa), fue sorprendido por el Ejército en una casa al sur de la ciudad de Morelia.

Militares realizaban a las 5:30 horas del lunes una minuciosa revisión del inmueble. En una de las recámaras, debajo de los cuatro cajones de un clóset, encontraron un espacio vacío. A través de él entraron a un pasadizo de aproximadamente 70 centímetros de alto por 50 de ancho que lleva a un compartimento de concreto de tres metros de largo por un metro cincuenta de ancho alumbrado por una pequeña luz. Ahí estaba El Tío Nicho acompañado de un menor de edad que no se dijo si era su sobrino.

En horas de la mañana del lunes, Loya Plancarte fue trasladado al DF e ingresado a la SEIDO, donde anoche continuaba rindiendo declaración. Tras la detención, no se mostraron las imágenes correspondientes, lo que desató la incredulidad de la gente. Y fue ahí donde se ubicó una falla en la forma de dar a conocer la noticia, subsanada 36 horas después cuando difundió su imagen ingresando a la SEIDO.

Se ha argumentado que no se presenta en público a los probables responsables para no violentar el principio de presunción de inocencia y/o los derechos humanos del detenido, lo que puede entenderse. El problema ahora es que las autoridades deben lidiar con la incredulidad y desconfianza que las instancias de gobierno han generado y éstas deben encontrar mecanismos para conciliar ambas razones. Si ya lo habían hecho el 15 de julio de 2013 cuando mostraron el traslado a la SEIDO del jefe máximo de Los Zetas, Miguel Ángel Treviño, El Z-40, ¿por qué no lo hicieron el lunes mismo con Loya Plancarte? Se hubieran ahorrado muchas expresiones de desconfianza.

Instantáneas

1. AUTODEFENSAS. En anteriores entregas se destacó que las autodefensas habían tenido siempre el respaldo del gobierno. Es más, que algunas de ellas habían sido alentadas por el gobierno mismo a partir de una estrategia implementada en Colombia por el general Oscar Naranjo y probablemente sugerida al presidente Peña Nieto. Como en política no hay coincidencias, no lo son la renuncia de Naranjo como asesor de seguridad de Peña Nieto para regresar a la política colombiana y la urgencia de dar calidad de legalidad a las guardias comunitarias michoacanas. Cierto: ya se firmó un acuerdo y hay compromisos, pero siguen armadas y avanzando. Muchos de sus integrantes son pueblo levantado en armas. ([email protected]) (Twitter: @Raul RodríguezC).

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