Evolución sin ritmo

Gabriel Cruz

OPINIÓN 28/11/2017 13:07 Gabriel Cruz Actualizada 13:07

“Saber vender”, le llaman los que saben de esto, de eso se trata el espectáculo deportivo llamado lucha libre, cualidad que hoy en día la nueva generación de gladiadores se preocupa poco en pulir, se trabaja al mil por hora y la mayoría de las veces el ritmo acaba desgastando a los protagonistas y sobre todo, a los aficionados a los costalazos. 

Hace unos meses fui testigo de una batalla de parejas en una de las arenas más tradicionales en el terreno independiente. 

Los contendientes eran cuatro de los más reconocidos estetas de la actualidad en el circuito alejado de las empresas establecidas. El duelo arrancó con unas patadas en cascada desde el esquinero, el lance desencadenó una serie interminable de castigos que le arrebataron el aliento a los estetas, la afición hervía de emoción. 

El combate, pactado a una caída sin límite de tiempo se fue consumiendo a la par del arsenal de los estetas, minutos después de iniciada la lucha, la atención del público también se acabó, los gladiadores pedían esquina y el respetable el final, como fuera, pero ya no esperaban más, todo lo habían visto, los gladiadores habían quemado sus cartas muy rápido. 

Así, el grito tan gastado de "Esto es lucha", sonó más a un formalismo que a una convicción por parte de los aficionados, tan acostumbrados ya, a "premiar" con dinero extra cualquiera batalla. 

Es una realidad que los espacios de trabajo en la lucha libre cada vez son menos, pero los interesados en ser parte del medio no dejan de aparecer. Así, la preparación se ha vuelto informal, en principio, los jóvenes se acercan a un maestro de verdad y aprenden lo básico para subirse a un entarimado, después, son autodidactas, ya no requieren de la supervisión de nadie, al menos eso creen. 

Entonces, forman grupos para entrenar sus rutinas, entre amigos y sin alguien que los corrija desde la experiencia acumulada en sus años como luchador. Se trata pues, de una retroalimentación entre pares, sin la mirada aguda de alguien más calificado por el trajín de los costalazos.

Buenas luchas!

 

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