Y lo que falta

OPINIÓN 28/11/2013 05:00 Actualizada 05:00

CAMINO. El próximo domingo se cumplirá un año desde que rindió protesta el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto. Ese día, en Palacio Nacional, escuchamos la visión de un gobierno que antepuso la transformación del futuro de toda una generación frente a los resultados cortoplacistas. Las reformas que hemos aprobado en el Congreso de la Unión, como la educativa, financiera o de telecomunicaciones y competencia económica, por mencionar algunas de ellas, son resultado de que sí podemos construir acuerdos. El Pacto por México puso en la agenda reformas que fueron bandera y bono político de pocos, pero freno de todo un país. Ahora vemos la predisposición de los partidos a conceder ante los retos que son graves y no se enfrentarán fácilmente. Este gobierno no escogió la ruta fácil de administrar, sino de transformar.

Esta transformación no sería posible sin la participación de cada uno de nosotros: la experiencia de los ganaderos, la lucha de los migrantes, el ímpetu de los jóvenes para detonar, de una vez por todas, el potencial que tenemos. El balance de este primer año pudiera ser precipitado, pero hemos visto un gobierno que ha asumido riesgos, que actúa frente a la adversidad. Aprovechemos el interés común y la necesidad de muchos para construir un futuro hacia la prosperidad.

A LA TRANSFORMACIÓN. La transformación ha caminado con reformas discutidas desde el Congreso de la Unión. Hemos tenido que legislar para actualizar el marco normativo, dejando de lado ambiciones personales e intereses de unos cuantos para que respondamos a los retos que estamos viviendo y tendremos en las próximas décadas. Los discursos estériles que nos ha llevado tiempo, restado esfuerzo y nos impiden acuerdos ya no están vigentes. Aprendamos de lecciones internacionales y no improvisemos. Lo que hemos visto este inicio de sexenio es la utilización de la política como herramienta para generar los consensos adecuados y discutir una agenda ambiciosa que modificaría, como dijimos, el rumbo del país.

Esta agenda reformista busca la disposición de todos nosotros en modificar el status quo para cerrar las brechas que existen en nuestra sociedad. Parafraseando a Adolfo Suárez, Presidente del Gobierno de España, las soluciones no serán inmediatas, milagrosas o de la noche a la mañana. No se pueden arreglar rápidamente problemas que traemos desde hace muchos años. Lo que sí se podrá hacer es construir el futuro de toda una generación y luchar con todos los recursos con los que cuenta el Estado.

No podemos negar que el gobierno tiene dos retos pendientes: la seguridad pública y el crecimiento económico. Para el primero de ellos se implementa una nueva política de seguridad y procuración de justicia que tiene como propósito la reducción de violencia, el combate de delitos de alto impacto y el restablecimiento de la paz en nuestro país. ¿Cómo lo hará? Mediante la prevención del delito, la reconstrucción del tejido social, la transformación del sistema penitenciario, regionalización y el fortalecimiento de la inteligencia. En cuanto al crecimiento económico se puso en marcha el Programa de Aceleración del Crecimiento Económico a través de tres ejes: para los estados, para la vivienda y para el crédito.

Por mucho que el gobierno pueda y deba hacer, la última instancia es la determinación de todos nosotros para modificar el rumbo. Al final, creo yo que la transformación está entre el decir y hacer, entre ofrecer y conceder.

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