Ganó la Ciudad de México

LEO AGUSTO

OPINIÓN 28/08/2017 11:56 LEO AGUSTO Actualizada 11:56

ANDRÉS MANUEL López Obrador pasó de la “rebelión en la granja” al “big brother” y en una encuesta, su orwelliano dedito eligió a Claudia Sheinbaum como candidata para jefa de gobierno de la Ciudad de México.

Porque respecto a la sucesión en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento en 2018, el grueso de las encuestas y de las opiniones publicadas en medios y redes sociales, coinciden en que el partido Morena ganará las elecciones con un amplio margen sobre el decadente PRD.

Imposible confirmar que el método de selección haya sido una encuesta sin antes ver los elementos que la configuran como eso, un estudio de opinión. Hasta el momento, el método es cuestionado, no tanto el resultado. La reacción de opiniones confirma que una amplia mayoría en la izquierda, sin partido, fueron a favor de que sea Claudia Sheinbaum la candidata. Desde afuera, los críticos señalan su cercanía política con López Obrador como una señal de sumisión ante los designios del caudillo populista, mientras que al interior del movimiento lo traducen como señal de confianza del líder, al encomendar batallas estratégicas en nombre de una causa mayor: “el edén republicano”.

Así fue entre 2000 y 2006, mientras AMLO construía su candidatura presidencial, Claudia echaba adobes en el distribuidor vial San Antonio, obra también conocida como “los segundos pisos”, donde su principal herramienta fue el diálogo entre el gobierno y las empresas constructoras. También hubo diálogo y negociación intensa con los vecinos de toda la zona que se vio afectada con las obras. Sorteó las campañas mediáticas que se oponían a la obra no por su viabilidad urbana, sino por quien la impulsaba: López Obrador, entonces presidenciable. Y, dato muy importante, porque sería sin costo de peaje. Algo inaudito para el capitalismo depredador.

Claudia Sheinbaum ha sido una servidora pública eficiente, alejada de los escándalos. Los segundos pisos construidos durante la administración de AMLO han dado servicio a la ciudad por más de 10 años sin fallas mayores, registro que es de reconocimiento en tiempos de socavones y caída de cimbras en el Periférico. 

La delegada en Tlalpan no fue coptada por el gobierno central; al contrario, se alió con la delegada azul en Miguel Hidalgo, Xóchitl Gálvez, para exigir que la Secretaría de Finanzas de la Ciudad de México liberara recursos para obra pública, atorados por selectivas trabas. En esa batalla, Mon-real estaba del lado de Mancera. Ahí fue el rompimiento entre Monreal y Morena.

Periscopio. Al estilo del editorial en cuatro palabras del célebre cronista deportivo Fernando Marcos: “Pudo haber sido peor”, así trinó (respecto a la virtual nominación de Claudia Sheinbaum), el talentoso escritor Bernardo Fernández, (@monorama). El también dibujante es vecino de la capital en una de las muchas colonias donde se vive la vida de barrio sin necesidad de recurrir a lo hipster. En su novela “Cuello blanco” (Grijalbo, 2013), Bef se anticipa a temas hoy en boga: el ‘lavado’ de dinero, producto de la venta de drogas y la violencia en la Ciudad de México. Este último, lamentablemente ya es parte del paisaje cotidiano en la ventana de nuestros teléfonos móviles, sin tener respuestas de la autoridad más allá de los “operativos” y retenes, que son breves ‘cortinas de humo’ que no atienden la situación de fondo.

En el radar. Los más felices con la derrota de Monreal en la interna de Morena fueron los propios habitantes de la delegación Cuauhtémoc, por mucho, el peor jefe delegacional que han visto pasar en casi 20 años; recordemos el bochorno de quitar los conos en la filmación de Alfonso Cuarón. Y así, Monreal tiene la delegación Cuauhtémoc hecha un socavón múltiple. Intransitable. 

Bitácora de lo absurdo. Dudas que persisten respecto a López Obrador: ¿Quién pompó, quién pompó? ¿Quién pompó encuestita, quién pompó? Y respecto a Ricardo Monreal, también una legítima y pertinente duda: ¿Quién pompó, quién pompó? ¿Quién pompó campañita, quién pompó? 

t@LeoAgusto

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