Masculinización femenina

OPINIÓN 27/03/2013 00:00 Actualizada 00:00

Tal parece que lo que en su momento Freud llamó la envidia del pene, hoy está acabando con la esencia de lo femenino dentro de las sociedades que elogian las conductas masculinas y el poder que de ellas se obtiene, con tal de dejar a un lado el estereotipo de debilidad femenina que por siglos ha existido.

Uno de los problemas más graves que las sociedades contemporáneas enfrentan por “mal entender” lo que es femenino y masculino es que hoy, muchas mujeres jóvenes y adolescentes están masculinizadas, según especialistas en sexualidad como Pilar Sordo y John Gray.

El término se refiere a una negación de lo femenino y exacerbar las conductas y reacciones frente a los problemas y la vida cotidiana de manera masculina para enfrentar con menos frustración, dolor y abuso la realidad entre los géneros.

El origen

Las mujeres adultas han mandado un mensaje equivocado a las niñas sobre su condición femenina, y las menores se niegan a reproducir un rol donde ser mujer es una desventaja o un martirio, como han vivido sus madres; así, para evitarlo, deben ser lo más “hombres” posibles.

Teniendo como único referente la conducta masculina, las mujeres han envidiado las formas en que ellos se conducen e incitado a sus hijas a desarrollarlas, como el desapego, la consecución de objetivos pese a todo y hasta la represión de los sentimientos que, mucho se ha dicho, son demostraciones de debilidad.

Las mujeres han interpretado tener carácter fuerte con ser agresivas, la masculinización tiene más que ver con una competencia entre mujeres por el deseo de ganar sobre las demás (actitud masculina), que por la intención de atraer a los hombres.

No en vano que las cirugías plásticas en las niñas vayan encaminadas a convertirse en objetos de simple goce estético y/o sexual, sobrevalorando la juventud sobre la experiencia.

Entre tener más carácter y defender sus derechos, las mujeres han copiado el esquema varonil defendiendo más una posición social que siendo ellas mismas, y dejado de expresar sus sentimientos, reprimiendo sus emociones y evitando demostrarlas contraviniendo la esencia femenina.

Las niñas de hoy se habitúan a la rabia y a no entristecerse ni llorar, pero tampoco saben cómo deshacer o eliminar este sentimiento de rabia. Han dejado de hablar entre ellas para defenderse también de sus congéneres contra quienes deben competir no sólo por una pareja, sino por un puesto laboral, de estudios, de belleza o social.

Las mujeres hacen frente al estrés de manera natural liberando oxitocina y los hombres testosterona, pero ahora las mujeres no disponen de espacios para reponer sus niveles de oxitocina al recibir apoyo y acogida, lo que genera más testosterona que no sólo las hace más activas, sino más agresivas y sexualmente activas.

Normalmente, los hombres se aíslan para hacer frente al mundo exterior, y las mujeres para aislarse de las personas; de modo que hoy, pese a que hay más medios de comunicación, la posibilidad de comunicarse profundamente entre hombres y mujeres está desapareciendo.

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