Ciudad insegura

Martí Batres

OPINIÓN 27/02/2018 12:09 Martí Batres Actualizada 12:09

Hace unas semanas el Jefe de Gobierno aseguró que en la Ciudad de México, el narcotráfico sólo tenía presencia en la delegación Tláhuac. Fue un intento desesperado y doloso, aunque fallido, de ocultar una realidad que es sabida por todos los capitalinos: la inseguridad ha crecido en este sexenio de forma sostenida.

Según datos publicados por Reforma (23/02/18), las propias cifras de la Procuraduría capitalina dicen que actualmente se presentan en promedio tres homicidios dolosos al día pues en 2017 se presentaron mil 85 casos de este tipo. A nivel nacional, la capital de la República ocupa el lugar número 12 en asesinatos en lo que hace a homicidios intencionales, lo que la coloca por encima incluso del Estado de México.

En tanto, EL UNIVERSAL (26/02/18) informó que en un informe entregado por el Procurador a la Asamblea Legislativa se acepta que también se registraron incrementos en delitos como el robo a transeúnte, a conductores de vehículos, a casa habitación, a clientes de restaurantes y a usuarios de transporte público. Según estas cifras de 2016 a 2017 los robos en el Metro se incrementaron 226%.

De acuerdo con la información de EL UNIVERSAL, los homicidios dolosos han crecido a niveles que no se habían presentado desde hace 30 años. La impotencia de las autoridades se refleja en que sólo lograron consignar al 0.8% de los responsables por violencia de armas de fuego.

Parte del incremento de los homicidios puede imputarse al incremento de las operaciones del narco en toda la Ciudad de México. Se puede decir en defensa de las autoridades locales, que el tráfico de enervantes es un problema nacional y que su atención corresponde al orden federal.

No obstante, hace apenas seis años, mientras el país se crispaba por los hechos sangrientos, la ciudad se proyectaba como un oasis libre de violencia delincuencial. Parte de ese mérito se le atribuyó a Miguel Ángel Mancera que en ese entonces se desempeñaba como procurador y que como candidato a jefe de gobierno fue electo con el mayor porcentaje de votos en la historia democrática de la entidad.

Hoy, casi al fin de la administración, la ciudad es un foco rojo más en el país. El jefe de gobierno recibió una ciudad segura y entregará una ciudad crispada por la inseguridad.

¿Qué pasó? Se soltaron las amarras de la seguridad. Andrés Manuel López Obrador logró abatir el índice de homicidios dolosos, en particular, y la incidencia delictiva en general, gracias a que puso marcaje personal al tema. Todos los días se reunía a las 6:00 de la mañana con el gabinete de seguridad. Esa reunión era replicada en cada Coordinación Territorial con la presencia de mandos de la policía, de la Procuraduría y con representantes del jefe de gobierno.

Diario se evaluaba la seguridad, se exigía a los mandos dar buenos resultados y se premiaba mes tras mes la labor de los policías que destacaban por su honradez y valentía. Marcelo Ebrard continuó esa política. La administración actual la desechó.

Al mismo tiempo, el actual jefe de gobierno no comprendió que el tema de la seguridad no se limita al campo de lo policiaco. Al frenar la política social, creó las condiciones para el incremento de la violencia. No es casual que a la par de la delincuencia se reporte un incremento en la extrema pobreza en la capital.

En la capital como en el país, el abandono de la política social ha sido acompañado del incremento de la violencia y las actividades delictivas. Es un dato que no se puede menospreciar y que debe estar en la lista de prioridades de los próximos mandatarios. De otra forma, será imposible frenar la decadencia que nos aqueja.

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