Rémoras legislativas

LEO AGUSTO

OPINIÓN 26/07/2017 13:24 LEO AGUSTO Actualizada 13:24

Un grupo de egresados de la Universidad de Harvard presentó en 2015 un ejercicio de evaluación legislativa en el sitio atlaspolitico.mx, para medir sin sesgos ideológicos la productividad de diputados federales y senadores de la República.

El equipo integrado por Andrei Román, doctor en Ciencias Políticas; Thiago Costa, doctor en Matemáticas Aplicadas y Claudio González, egresado de Economía, desarrollaron un sistema que llamaron 5D por el número de indicadores de referencia: número de iniciativas presentadas; número de puntos de acuerdo en el pleno; intervenciones en tribuna; asistencia y finalmente; transparencia (la famosa 3 de 3). 

Como es habitual en estos casos, los únicos que se enteraron de este ejercicio académico fueron los diputados y senadores que salieron con una evaluación favorable. Nos ahorraremos los comentarios al respecto, porque en términos prácticos para eso se les paga. No es ninguna gracia que hagan su trabajo, aunque lo hacen mal. Ningún legislador alcanzó un puntaje favorable. El promedio más alto en el Senado fue una calificación de 3.6 y en la Cámara de Diputados la mejor calificación fue de 4.29 puntos. Una representante del PAN, Mariana Gómez del Campo y el diputado Ricardo Mejía del MC, respectivamente. Hay que señalar que el estudio de diputados pierde relevancia porque se refiere a la anterior legislatura.

Pero llaman más la atención los representantes populares que poco hacen desde el escaño o la curul. En el Senado no hay ninguna sorpresa, los peor evaluados fueron los líderes sindicales Joel Ayala Almeida y Carlos Romero Deschamps, ambos del PRI. Mientras que en la Cámara de Diputados el sótano fue para dos diputados del PRD que se pasaron la legislatura prácticamente de vacaciones. 

Quedaron fuera otros aspectos importantes del quehacer legislativo como el trabajo en Comisiones que es donde se cocinan y negocian las leyes. Donde se hila fino, donde se mete con calzador al diablo en los detalles y en las letras chiquitas.

Ejercicios de este tipo han adquirido normalidad en Estados Unidos con iniciativas como el congreso abierto y en la Unión Europea con el observatorio del voto que analiza casi en tiempo real la actividad legislativa.

En el radar. Extraña coincidencia entre el operativo de la Marina en Tláhuac, delegación gobernada por Morena, y la repentina “Marcha por la esperanza” en defensa del voto en el Estado de México, convocada por Delfina Gómez en la víspera de la caída del líder del cártel de Tláhuac. Luego de montar un circo afuera de la Cámara de Diputados, Delfina quiso llevarlo a la Delegación Gustavo A. Madero donde personal a cargo de Víctor Hugo Lobo le paró el teatrito. 

El mensaje del ruido social de Morena tiene un destinatario claro: El PRI del Edomex. El partido de López Obrador busca crear una cortina de humo, pero detrás de eso aplica la máxima juarista: a los amigos justicia y gracia. 

Bitácora de lo absurdo. En México, está bien visto ser agachado, pero no debe permitirse la xenofobia contra ninguna persona. Más con la actitud del Donald Trump contra los mexicanos fuera y dentro de los Estados Unidos. Le comento esto porque resulta lamentable la cantidad de insultos que recibió el director técnico de la selección mexicana de futbol, Juan Carlos Osorio, en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México luego de la eliminación de los ratones verdes en la Copa Oro. A Osorio lo insultaron por ser colombiano le pidieron de mala manera que se regresara a su país. 

Es preocupante que a un sector de la población le importe más lo que sucede con el representativo nacional que los problemas realmente graves políticos, sociales y económicos que tiene México. Eso es ser agachado, callar ante las demasiadas injusticias que vivimos de manera cotidiana. 

Los dueños del balón en la Federación Mexicana de Futbol están obligados a subir el nivel del espectáculo deportivo, pero también los aficionados deben elevar la propia calidad humana. Primero el grito de “puto” y ahora la xenofobia. ¿Qué sigue, el linchamiento de los futbolistas? Ojalá que no.

Comentarios