¿Qué le pasa al Presidente?

OPINIÓN 26/07/2013 05:00 Actualizada 05:00

La tarde del miércoles pasado tomó por sorpresa a casi todos el anuncio de que el presidente Enrique Peña Nieto será operado la semana que entra para retirarle un nódulo tiroideo.

Un comunicado de tres párrafos de la Presidencia de la República informaba que la cirugía fue programada para el 31 de julio, que durará una hora y media y que será practicada en el Hospital Central Militar. También que el Presidente tendrá una recuperación de cuatro días en la residencia oficial de Los Pinos, durante los que sólo atenderá reuniones de trabajo privadas. Nada más.

¿Qué es un nódulo tiroideo?, ¿qué tan grave es o puede llegar a ser?, ¿tiene secuelas o daños colaterales?, ¿qué tanto incapacita al paciente que se somete a esa cirugía?, ¿le permite estar en plenas condiciones como para estar al frente de un país en el periodo de recuperación o de plano es necesario delegar esa gran responsabilidad en tanto se recupera?

Sin respuestas oficiales a esas y muchas otras posibles preguntas, el tema de la salud de los gobernantes, discutido durante años en México y otros países, se coloca nuevamente en el centro del debate. Si bien la salud de cualquiera es un asunto estrictamente privado, en el caso de un jefe de Estado o de gobierno, toma un carácter público, de interés nacional, ineludiblemente ligado al ejercicio de la democracia y de la transparencia.

Hasta hace pocos años era impensable en nuestro país ser informado oficial o extraoficialmente, de afecciones de nuestros Presidentes o de los procedimientos terapéuticos para atenderlas, de manera que el escueto boletín puede considerarse un avance. Pero ¿es suficiente?

No se nos dice que un nódulo tiroideo es el crecimiento de una parte de la glándula tiroides y que la incógnita por despejar al momento de ser extirpado es si es o no cancerígeno.

Endocrinólogos consultados por este reportero dicen que la incidencia de malignidad es baja, de 50 por millón, y que el cáncer es más común en pacientes menores de 20 o mayores de 60 años, que no es el caso de Peña Nieto, quien recién cumplió 47 años.

Quizás datos como esos ayudarían a disipar una preocupación real respecto a la salud del Presidente, y otros a disponer de elementos de fundado optimismo. Sépase, por ejemplo, que el atleta estadounidense Carl Lewis fue intervenido de nódulos tiroideos que resultaron benignos y le permitieron seguir participando en competencias de alto rendimiento; o que el cantante pop británico Rod Stewart los tuvo malignos, los trató a tiempo y sigue haciendo presentaciones y grabando discos.

Otro vacío informativo tiene que ver con los mecanismos institucionales para enfrentar la ausencia del Presidente. El artículo 84 de la Constitución prevé la falta absoluta del Jefe del Ejecutivo: si ocurriese en los dos primeros años del periodo respectivo, el Congreso se constituiría de inmediato en Colegio Electoral para designar a un mandatario por mayoría absoluta de votos y convocaría a nuevas elecciones; pero si ocurriese en los últimos cuatro años, elegiría a un sustituto que lo terminaría. Para faltas temporales prevé solicitudes de licencia hasta por 60 días naturales que debe otorgar el Congreso, ausencia durante la cual el secretario de Gobernación asumiría provisionalmente la titularidad del Ejecutivo.

¿Cuál es el escenario en este caso? Por lo visto ninguno de los dos. Por eso el comunicado establece que en los cuatro días de recuperación el Presidente sólo atenderá reuniones privadas. Sigue al frente, no hay falta temporal ni absoluta.

Ojalá lo del presidente Peña Nieto no sea nada grave y no se repita a nivel federal lo que en Michoacán está ocurriendo con Fausto Vallejo. Ojalá no se reediten aquí experiencias traumáticas como la recientemente ocurrida en Venezuela con Hugo Chávez.

Por lo pronto dos cosas: 1) el tema de la salud de los gobernantes y de los mecanismos para solventar una ausencia deberían clarificarse e incluirse en las discusiones de la reforma política; y 2) que todo salga bien, señor Presidente.

Instantáneas

1. LA REINA. Sandra Ávila, La Reina del Pacífico, fue condenada ayer en EU a cinco años y nueve meses de prisión por prestar ayuda a un narcotraficante. El juez consideró que se le puede acreditar el tiempo que ya pasó en prisión desde el 28 de julio de 2007. Por eso quedará libre este fin de semana y será deportada a México. Aquí ya no tiene ninguna investigación federal o proceso pendiente.

2. VACACIONES. Quien esto escribe tomará unas vacaciones la próxima semana. Así que por aquí nos vemos el próximo 5 de agosto.

([email protected]); (Twitter: @Raul RodríguezC)

Comentarios