Descubren qué es el sexo

OPINIÓN 26/07/2013 05:00 Actualizada 05:00

Hasta que la ciencia tomó en cuenta que el sexo es multifacético, todas la teorías conocidas son deficientes en sus respuestas

El sexo es deseo. Un proceso que empieza con un estado fisiológico que lleva a las personas a varias cosas y entra perfectamente en la clasificación de emociones secundarias como el orgullo, un estado fisiológico del organismo que te pide recibir una satisfacción o tener una reacción (como el hambre), es un deseo que te lleva a la práctica.

Esta es una de las conclusiones a la que el científico Pere Estupinyà llegó cuando se puso a estudiar el sexo; otra fue que las miles de investigaciones que hay sobre el tema no son concluyentes porque no son multidisciplinarias, cosa que él sí hizo y llama perspectiva biopsicosociológica.

Por ejemplo, explica, “no somos nuestros antepasados, los fetichismos que tenemos ahora no existían antes, por eso la teoría evolucionista es muy reducida, ayuda pero no explica el sexo todo”.

Y dice: “El sexo está hecho de deseo, ésta es clave. El desencadenante inicial puede venir de dentro y de fuera. El lenguaje que nuestras células entienden es el químico, las células de mi pene reciben una señal química y eléctrica, igual de las pupilas para dilatarse o el corazón para acelerarse, de otras cosas ellas no saben. Por eso, absolutamente hay química en el sexo y ésta se altera con estímulos exteriores como cuando ves a alguien que te gusta o recibes una caricia”.

Pero también se altera por estímulos de dentro, dice, por ejemplo cuando una mujer está ovulando, o “la mañana después de una juerga los hombres estamos más dispuestos físicamente para el sexo porque eso sube la testosterona y la dopamina, aunque tengas mucho dolor de cabeza, el cuerpo está preparado químicamente para el sexo”.

Un ejemplo claro, dice, son los transexuales, cuando van a ser operados para pasar al otro sexo aumenta o disminuye su deseo sexual. De mujer a hombre se da más testosterona, lo que hace que su deseo aumente; al contrario, cuando pasan de hombre a mujer les bajan los andrógenos y tienen menor deseo sexual.

Pero el sexo no es amor y explica “es importante diferenciar, son dos cosas bien diferentes, aunque muy relacionadas. El amor es una sensación de empatía muy grande hacia una persona y puede ser romántico o fraternal, pero en la pareja hay un componente de deseo sexual y eso es lo que lo hace diferente.

Somos de las pocas especies en que las mujeres, fuera de su periodo de fertilidad también tienen deseo sexual, hay una gran parte evolutiva en esto, pero también una gran parte de aprender y de saber lo que nos gusta.

Así, la parte sociocultural modula nuestra parte química, el sexo es una combinación de estímulos externos e internos en el ser humano.

Por ejemplo, dice, en las prácticas sexuales el punto clave es si se llega a la pérdida de control y la obsesión. “Cuando pasa esto se pasa de una costumbre a una parafilia. Es como la diferencia entre el pedófilo y el pederasta: el pedófilo siente cierta atracción sexual con niños, y se da sobre todo en hombres, pero también pasa en mujeres, en esta condición hay muchos más de los que pensamos porque no hacen nada, saben que eso está mal y no van más allá, pero el pederasta, que sabe lo incorrecto y está consciente de ello y aún así lo hace, es porque pierde el control y cae en la obsesión”, explica.

Otro ejemplo está en las prácticas sexuales extremas como el sadomasoquismo, “cuando se pierde el control y sólo se piensa en ello y se busca, dejando otras actividades sociales, estamos en la pérdida de control y en lo enfermizo.

Sin embargo, explica que esa parte controlable de las prácticas sexuales, por muy atrevidas que parezcan, ayudan a la persona a conocer sus gustos sexuales y no deben verse como enfermizas pues ayudan a mejor práctica sexual y a un mejor disfrute de uno mismo y de la pareja; por tanto, la exploración en este sentido es muy sana.

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