Qué mala leche

OPINIÓN 26/01/2015 05:00 Actualizada 05:00

El director de Liconsa, Héctor Pablo Ramírez Puga, ex funcionario de Oaxaca en el mal gobierno de Ulises Ruiz y ‘suspirante’ a gobernar la ‘mina de oro’ en que han convertido ese estado los políticos corruptos, está metido ahora en otro lío que se suma a las denuncias de que utiliza recursos de esa empresa pública para promover su candidatura.

Una investigación periodística presentada el jueves pasado en el programa Punto de Partida, de Denise Maerker, por el canal 2 de Televisa, descubre una red de corrupción en la compra de leche en Liconsa, quebranto que supera los 15 millones de pesos.

Resulta que la empresa pública que dirige Ramírez Puga tiene registrada la compra entre 2011 y 2014 de dos millones y medio de litros facturados a nombre de David Gómez Danillo, presidente de la Asociación Ganadera de San Miguel Allende, Guanajuato.

Ese productor, poseedor de seis vacas y una microempresa de quesos, niega haber hecho tal facturación y explica que cuando la asociación que preside vende a Liconsa, es la organización, no él, quien le factura.

Benjamín Rojas Bolaños, ex gerente de Liconsa en Guanajuato, dice que cuando descubrió la facturación de esa leche inexistente, solicitó a Ramírez Puga que el jurídico presentara una denuncia.

Cómo no lo hacía, dice Rojas, él presentó la demanda. La respuesta que obtuvo de Liconsa fue su cese inmediato por pérdida de confianza y falta de probidad. Pero Ramírez Puga niega que exista en archivos de la paraestatal el documento del cese.

Para el director de Liconsa, la inexistencia de esos 2.5 millones de litros bien podrían ser mermas. Sí, cómo no, conociendo los negociazos que ha hecho como funcionario en Oaxaca, que vaya con esos cuentos a otra parte.

Oaxaca aporta cada día hechos como el referido, lo que no sólo muestra los niveles de corrupción en que ha caído, sino la creciente ingobernabilidad en la que se encuentra la entidad, con la cuestionada gestión de Gabino Cué.

Si no mire usted lo que faltaba: la policía municipal, encargada de proteger a ciudadanos e instituciones, irrumpió violentamente el jueves en el Congreso de Oaxaca.

No es nueva, y usted lo sabe, la lucha de los policías municipales por mejorar sus condiciones salariales y de trabajo, en una entidad marcada por los conflictos sociales y sus expresiones más violentas. Los agentes primero dialogaron y sólo ‘les dieron atole con el dedo’. Entonces empezaron a protestar con marcha y bloqueos. Obtuvieron así, el pasado 27 de septiembre, la promesa de que sus demandas serían satisfechas y los términos en que se haría. Pero nada. Hasta ahora, su jefe Alberto Esteva Salinas, sólo ‘les ha dado atole con el dedo’. Por eso, cuando el secretario de Seguridad Pública del estado comparecía ante el Legislativo local, se vino la violenta irrupción en demanda de la renuncia del funcionario.

Pero Esteva es gente del gobernador desde hace muchos años, cercano y cómplice del círculo interno que da y recibe beneficios. Ni se va a ir ni va a resolver el conflicto que, por supuesto, él y Gabino ven como otro misil teledirigido por sus opositores.

El caso es que no puede haber mayor ejemplo de ingobernabilidad que unas fuerzas del orden promoviendo el desorden contra los poderes legalmente constituidos. Así de enredados son los amigos oaxaqueños.

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