El terremoto que me tocó en Televisa

Gil Barrera

OPINIÓN 25/09/2017 12:00 Gil Barrera Actualizada 12:00

Era la una de la tarde con catorce minutos, éste que teclea estaba en una junta en Televisa San Ángel. De repente, se escuchó una voz que decía con duda y temor: “¿Está temblando?”, y de ahí en adelante, todos salieron de la oficina en la que estábamos al tiempo en que una tétrica sirena y una voz femenina advertía que estábamos en medio de un sismo, que debíamos desalojar. En el pasillo me tocó ver a paso veloz a Mane de la Parra, Jorge Poza y un centenar de personas que iban a una de las varias zonas de seguridad de Televisa San Ángel.

Al término del violento terremoto, el rostro de los empleados de la televisora más importante de habla hispana, reflejaba incredulidad e incertidumbre. Pareciera que se detuvo el tiempo. Todos: técnicos, personal administrativo, ejecutivos, productores y actores veían con desesperación sus celulares tratando de conectar con la familia para saber qué pasaba en casa, mientras que las escuadras de Protección Civil pedían paciencia. Al paso de los minutos, la adusta y temerosa mirada de los que estábamos agrupados comenzaba a relajarse, sin embargo, nadie sabía con claridad lo que pasaba, las comunicaciones estaban colapsadas y a cuentagotas comenzaba a caer la información. “La ciudad está destrozada" decían de un lado, por el otro cuestionaban si habían logrado contactar a alguien. Unos lloraban y encontraban consuelo en sus compañeros, a los que sin conocer abrazaban y daban un mensaje esperanzador a quien sufría por la falta de noticias.

Poco a poco se restableció la señal y la información comenzó a fluir, una vez revisado que no hubiera casos de emergencia, los empleados de Televisa fueron a casa a enfrentar su realidad. Unos se enteraron que su madre no fue al doctor ese día y que por suerte no le tocó ver como cayó el edificio de junto. Otros más enfrentaron la terrible pérdida de su patrimonio, mientras que otros supieron que el edificio en el que rentaban presentaba daños irreparables y tendrían que desalojarlo.

En un escenario más doloroso, un trabajador recibió de golpe la noticia que la escuela Enrique Rébsamen se había derrumbado y que su hijo estaba dentro de ella, poco después recibió el apoyo de un maquillista y una conductora para enfrentar el doloroso momento al recibir la noticia más aterradora de su vida: saber que su hijo estará en otro plano de la vida cuidándolo.

En paralelo, la transmisión de Foro TV seguía reportando a detalle en los canales de Televisa cada uno de los daños que había dejado el terremoto mientras, al interior, varios empleados —aún enfrentando la tragedia de perder su patrimonio— seguían trabajando y fueron atendidos por las cabezas de la televisora. La única línea que marcaron fue ser un canal de servicio, no pensaba en el rating. La consigna: servir al televidente.

Para quienes piensan que en ese momento Televisa estaba pensando en ‘cazar’ rating temo decirles que están muy equivocados, por una simple razón: varios de quienes informaron tenían los mismos sentimientos que los televidentes, iban de la incertidumbre a la pérdida total de su patrimonio y otros hasta de sus seres queridos.

Un día después, en el centro de acopio del Estadio Azteca, una de las estrellas de la televisora dio un donativo de más cien mil pesos y está buscando casos específicos de damnificados para aportar algo ante la tremenda pérdida, mientras que otras más siguen haciendo labor al reunir fondos y hasta amueblar la casa de quien tendrá que reconstruir desde cero; todas con discreción.

Como se ha escrito en todos los medios, la mejor experiencia que nos ha dejado esta desgracia es ver cómo nos unimos para salir adelante; somos orgullosamente mexicanos, trabajadores, bohemios, soñadores y aún en la desgracia cantamos honrando la letra de Quirino Mendoza —autor del ‘Cielito Lindo’— que reza: "Canta y no llores, porque cantando se alegran, cielito lindo, los corazones". Por hoy es todo, nos leemos la próxima semana aquí donde quizá hablemos de ti.

 

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