Sin perder la ilusión

Gabriel Cruz

OPINIÓN 25/04/2017 10:46 Gabriel Cruz Actualizada 10:46

Todos jugamos alguna vez a las luchitas y enmascaramos nuestros sueños. Cuando era niño, la ilusión de la lucha libre poblaba mis mañanas, mis tardes y mi imaginación. Inolvidables, las películas de El Santo, salpicadas por un surrealismo que no entendía, pero que tampoco me dejaba retirar la atención de la pantalla hasta ver desaparecer al plateado sin mayor rastro, como un ídolo que se iba dejando siempre su huella protectora.

Así, un día conocí la arena México. Un día me enamoré de las máscaras, de los seres que atrás de ellas despertaban pasiones. Del enojo a la sonrisa; de la alegría a la tristeza; de la hazaña al ridículo, todos, héroes de carne y hueso que alimentaban una emoción que crecía en cada nuevo encuentro con doña lucha.

En casa ya existía una referencia a los costalazos: mi madre. No, ella no fue luchadora, pero siempre nos contaba cuando de niña uno de sus amigos le aplicó una tremenda llave que la hizo volar hasta el otro lado de la habitación. El resultado fue una buena torcedura de pierna, el castigo implacable para el verdugo y un recuerdo imborrable.

Tiempo después, le rascaba a los cambios y a los domingos para ir puntual a comprar el Box y Lucha de la semana. Siempre quise escribir en ella, desde entonces sabía que quería escribir. Así de mágica es la lucha libre cuando es bien contada.

Entonces, saber de los luchadores era más complicado, eran inalcanzables y eso los hacía más interesantes. Despertaban una curiosidad natural en los aficionados, quienes construían en su mente sus propias historias. Un mismo personaje desde varios mundos.

Hoy la evolución ha hechos más mortales que nunca a los luchadores, quienes salvo honrosas excepciones ayudan a diario a que la magia se apague, que la incógnita se destruya y el misticismo se esfume. Así que, expresiones como las del pasado jueves en la función a beneficio de Ringo Mendoza y Herodes, en la que los protagonistas salieron a divertirse, devuelven la esencia a la lucha libre.

Feliz Día del Niño, sigamos siéndolo en las arenas.

Buenas luchas!

 

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