Cita indirecta, cuando las comillas se van

LEO AGUSTO

OPINIÓN 24/08/2016 09:32 LEO AGUSTO Actualizada 09:32

Bienvenido el nuevo género del periodismo, el petardo retro. Con un dejo de Catalina Creel en versión youtuber, Carmen Aristegui anunció una investigación que sería la madre de todos los memes. Pero resultó ser un culebrón que no se le hubiera ocurrido ni a Ernesto Alonso. Al menos, así fue para el grueso de la prensa nacional que ignoró el supuesto plagio en la tesis de licenciatura del presidente Enrique Peña Nieto, en la Universidad Panamericana, no por el plagio en sí, sino por lo débil del argumento técnico; la ausencia de comillas. 

Al tiempo que los respectivos cables informativos de las agencias de noticias internacionales ocuparon el lunes las primeras planas de diarios del mundo citando el reporte de Aristegui, pero sin respaldar ni cuestionar su veracidad. 

Pero más allá de toda la ‘paja’ del pleito casado entre Peña y Aristegui, debemos ubicarnos en 1991, cuando el plagio no era tan tentador ni fácil como en los tiempos de la era de la información. El modelo educativo estaba fundamentado en la memorización. Actualmente, se utiliza en buena parte del país el modelo del Collegue Board, que busca desarrollar en el estudiante las habilidades para aprender a partir del razonamiento. En los años noventa, copiar textos, que no el plagio, era parte de la normalidad académica. 

Aristegui no sabe que no sabe de libros, no cita los números de ISBN de las supuestas obras plagiadas y fundamenta la acusación de plagio contra Peña Nieto en la ausencia de comillas. No conocemos los nombres del equipo de expertos que dictaminó la tesis. Sin embargo, Peña estructuró en buena medida su tesis de acuerdo con el manual APA para la presentación de trabajos académicos, un estándar que se utiliza desde 1929. El manual de la American Psychological Association es algo así como la RAE para trabajos de tesis profesionales.

Donde Aristegui encontró plagio, Peña utilizó la ‘cita indirecta’ (puede consultarse en el siguiente sitio de la UNAM: goo.gl/aoEwb6) y cuya especificación comparto con usted: “La información completa sobre cada fuente citada en el texto, se provee en una lista de referencias, ubicada al final de la investigación (...) Son citas específicas o generales de ideas o datos de una fuente, pero descritas con nuestras propias palabras. Deben ser fieles al sentido, idea y contexto originales”. El debate estará justamente en la parte referente a dos conceptos: “nuestras propias palabras” y “fieles al sentido”. 

En defensa de Enrique Peña Nieto, el estudiante de hace 25 años, se puede decir que la formación de un abogado está en citar a pie juntillas lo que dice la ley, por lo que exigirle que utilice sus propias palabras para relatar la historia oficial, que en tiempos del PRI del siglo XX era ley, resultaría un conflicto en la estructura de razonamiento del estudiante. 

Todas las obras que Aristegui denuncia fueron plagiadas se encuentran referidas en la sección de Bibliografía de la tesis de Peña, salvo dos autores. Uno de ellos, Miguel de la Madrid Hurtado. Y al evidenciar que otros autores, como Enrique Krauze, fueron citados en nombre y título de obra, pero no entrecomillados como Aristegui hubiera querido 25 años después, no puede asumirse dolo en la tesis de Peña Nieto, en dado caso hubo una omisión que puede resolverse, un cuarto de siglo más tarde, con una Fe de Erratas, que para eso es. 

Hay varias faltas de rigor en la investigación de Aristegui: no se entrevistó al rector de la UP, ni al asesor de tesis de Peña, tampoco se dan a conocer los nombres del supuesto equipo de expertos que dictaminó la tesis. Es una investigación débil, sostenida por unas comillas que no existen ni eran necesarias, con poco sustento cuya mayor apuesta es a la manipulación del lector, inducirlo al linchamiento político de un Presidente que en este momento está ‘en la lona’ de la popularidad y que se le pueden señalar los conocidos errores y omisiones que son propias del escrutinio público. Pero en este caso, no se puede endosar una falta tan grave como el plagio académico.

Submarinopolitico.com 

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