La capital del eufemismo

LEO AGUSTO

OPINIÓN 24/07/2017 13:13 LEO AGUSTO Actualizada 13:13

Si usted no vive en la Ciudad de México y de pronto llegara de súbito a la estación del metro Pino Suárez un lunes a las ocho de la mañana, tendría que tomar en cuenta las siguientes consideraciones porque, a diferencia de la célebre novela de Gabriel García Márquez, nos saldría mejor señalar las cosas con el dedo en este ‘Macondo de asfalto’, en lugar de nombrarlas de manera incorrecta.

Así como los niños se refieren a sus necesidades fisiológicas como ‘del uno’ y ‘del dos’, el gobierno de la Ciudad de México ha construido desde hace años nuevos eufemismos para escapar de la realidad y de su responsabilidad pública. Vamos por partes, hace ya muchos años que en la capital se acabaron las inundaciones. A pesar del origen natural del Valle de México de ser un gran lago, no, no hay inundaciones. Todos son “encharcamientos”, una colección de pequeñas acumulaciones de agua que, de nombre, ayudan al gobierno a evadir públicamente su responsabilidad de desazolvar coladeras y drenajes, inversiones públicas que poco hacen lucir al gobernante en turno y a sus ambiciones electorales.

El colmo se da cuando el mismo gobierno y sus pagados matraqueros buscan responsabilizar al ciudadano por tirar basura en la calle, cuando todos sabemos que hay grandes áreas en la Ciudad de México donde no hay botes de basura y también, que son los comerciantes informales en la vía publica quienes más desperdicios generan.

Ahora vamos al Sistema de Transporte Colectivo Metro: las recurrentes fallas en el servicio, principalmente en temporada de lluvias, no son eso. Cuando la oruga naranja circula lenta ellos le llaman “marcha de seguridad” y las cascadas de agua que inundan pasillos son “filtraciones”. Los suicidios, lamentablemente más recurrentes en los últimos meses, son “accidentes”.

En cuanto a la falta del servicio de agua potable en distintas zonas de la capital, principalmente al oriente, en delegaciones como Iztapalapa, Iztacalco y zonas de Tláhuac, para el gobierno son situaciones de “baja presión en el suministro”, sin mencionar el color cobrizo del “vital líquido” (este eufemismo se lo anotamos al noble gremio de periodistas).

La calidad del aire tampoco se ha salvado del ‘maquillaje’ gubernamental. Desde finales de los años ochenta del siglo pasado dejamos de hablar de la inversión térmica, ahora se habla de “malas condiciones ambientales para la dispersión de contaminantes”. Es decir, el aire que no sopla fuerte como responsable de nuestro cielo gris y de la contingencia ambiental.

Durante los últimos años, el gobierno de la capital ha tenido una coartada en el discurso para escapar de su responsabilidad y evitar la suma de negativos en sus indicadores de aceptación y popularidad.

Pero lo que ha venido a representar el colmo y la gota que derramó el hartazgo entre la chilangada, es la sistemática negación del jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, respecto a la existencia y operación del narco, el crimen organizado o la maña, como usted guste nombrarle, en la ciudad que dice gobernar.

¿Por qué hace esto Mancera? Porque como Procurador de Justicia con Marcelo Ebrard, el supuesto punto fuerte del actual jefe de gobierno era la seguridad pública, activo que Mancera buscaba capitalizar en su hipotética candidatura presidencial en 2018.

La incursión de la Marina Armada de México en Tláhuac para liquidar al líder del cártel encargado de suministrar drogas en Ciudad Universitaria acabó con el cuento de hadas que se inventó Mancera desde hace años. La falta de coordinación de la Marina con las autoridades locales, que fue criticada el fin de semana por Cuauhtémoc Cárdenas y Alejandro Encinas, ambos ex jefes de gobierno, nos habla de una colusión de las autoridades y policías con el Cártel de Tláhuac y que pronto saldrá a la luz.

Pronto veremos hasta dónde se ha infiltrado el crimen organizado en la ciudad que hasta hace poco era considerada oficialmente un oasis en medio de la cruenta guerra que vive el país desde 2007; y Miguel Ángel Mancera pronto pagará el costo político de evadir la realidad.

Ningún ciudadano de los estados donde la actividad del narco se padece, votaría por un candidato que, como el avestruz, esconde la cabeza ante los problemas apremiantes del país y el escenario está puesto para que la contienda electoral del año entrante sea entre cárteles del narco, no entre partidos políticos.

t @LeoAgusto

 

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