El PAN y la inestabilidad del Pacto

OPINIÓN 24/06/2013 05:00 Actualizada 05:00

El bochornoso espectáculo que ha dado el PAN durante los últimos días no es consecuencia exclusiva de la lucha por el dinero al interior de sus grupos parlamentarios, sobre todo en el Senado; ni de la disputa por la presidencia de ese partido. Esto trae más fondo y tiene, a no dudarlo, un principal e incuestionable responsable.

Por supuesto que la vulgar disputa de los senadores panistas por la tesorería explica parte de la confrontación y trae a cuento la urgencia de transparentar el uso discrecional de recursos presupuestales millonarios puestos a disposición de quienes lideran las fracciones legislativas y que, no ahora, sino siempre, han usado todos para maicear (verbo que alude a dar maicito) a diputados y senadores (para que se conduzcan por la línea que marcan los líderes) o a personas o grupos (para ganar su apoyo político).

En este caso específico, el cese ordenado por el presidente del blanquiazul Gustavo Madero de Ernesto Cordero como líder de la fracción senatorial, y su sustitución por Jorge Luis Preciado dio lugar a que los afines a éste y a Felipe Calderón (23 de 38) decidieran cerrarle la llave de la lana a aquél y a Madero para hacerlos naufragar. Para eso utilizaron su mayoría y modificaron los estatutos de la fracción para que, también con su mayoría, se designara a un tesorero, cargo que recayó en el calderonista-corderista Francisco Domínguez. Estas decisiones fueron desconocidas por el Comité Ejecutivo blanquiazul, lo que llevó el conflicto hasta el Ministerio Público.

Esta especie de autodestrucción del PAN es indudable consecuencia de su derrota en la elección presidencial de la que Calderón responsabiliza principalmente a Madero. La elección de éste el 6 de diciembre de 2010 estuvo llena de contradicciones. Calderón en un principio lo apoyó o, al menos, esa fue la instrucción directa que dio a quien fuera su jefe de prensa, Maximiliano Cortázar quien, a su vez, operó en ese sentido.

Luego, sin embargo, vino un cambio de señal ocurrido —según se dice— después de una fuerte discusión de Margarita Zavala y Calderón. La instrucción fue, entonces, apoyar a Roberto Gil Zuarth, cercano a la esposa de quien fue su jefe en el despacho presidencial. Pero se impuso Madero y Gil Zuarth habría de ser nombrado tiempo después coordinador de campaña de la candidata presidencial Josefina Vázquez Mota quien, a su vez, había ganado la candidatura al delfín calderonista Cordero. En medio de todo esto hay incluso quienes sugieren que Gil Zuarth jugó a favor de Calderón dinamitando desde adentro la campaña de Vázquez Mota.

Si Calderón fue el artífice de todo aquéllo, ¿por qué no podría ser el responsable del actual desaguisado?, ¿para tomar el control del partido?, ¿para seguir teniendo influencia política? Pues sí pero ¿para qué?

Desde el ocio de su estadía en Harvard ha de seguir atentamente los acontecimientos del país y sin duda se dará cuenta de hechos que han aflorado y que ponen en entredicho la eficacia de su gestión. Hechos de cuya responsabilidad (política y jurídica) no puede desmarcarse. Son diversos temas: desde la muerte de miles de mexicanos en su fallida guerra contra el narcotráfico hasta la sistemática violación de los derechos humanos, pasando por los montajes de Genaro García Luna, los testigos falsos (llamados protegidos) que hicieron naufragar procesos penales como el de los vínculos de generales con el narcotráfico y los de innumerables panistas con los casinos, por sólo citar algunos de los temas de un Presidente que, todo indica, no pasará muy bien el juicio de la historia.

Calderón habrá de darse cuenta que el presidente Enrique Peña Nieto y el priísmo reinstalado en Los Pinos no tendría ningún problema en exhibir todas las falsedades encontradas y por encontrar en su gestión.

Su intención, entonces, es desestabilizar a Madero y al PAN —echando mano de aquellos a los que prácticamente les regaló una senaduría— sabedor que, al hacerlo, desestabiliza al de por sí frágil Pacto por México.

Maderó ha firmado los acuerdos políticos tomados en ese mecanismo de concertación durante los primeros seis meses del gobierno de Peña Nieto. Ha sido una pieza clave cuya relevancia es mayor de cara a dos reformas que, sin duda, encontrarán más oposición: la del petróleo y la hacendaria.

La rebelión al interior del PAN es una especie de carta de salvación con la que Calderón envía el mensaje de que la estabilidad del Pacto por México no está garantizada porque tampoco está garantizada la estabilidad de Madero al frente del PAN. De ahí la preocupación del gobierno federal respecto al conflicto en el blanquiazul. De manera que ese es un fondo donde habría que indagar más, y Calderón es el responsable.

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