Debate campal

LEO AGUSTO

OPINIÓN 23/05/2018 08:46 LEO AGUSTO Actualizada 13:47

Déjeme contarle una historia: El 9 de marzo de 2013, en el Clásico Mundial de Béisbol, México y Canadá se enfrentaron en el Chase Field de Arizona, EU. En la parte alta de la novena entrada, los canadienses ganaban 9 carreras a 3. Se presentó a batear el receptor Chris Robinson, quien conectó un toque de pelota por la línea de tercera base. El antesalista Luis Alfonso “El Cochito” Cruz esperó a que la pelota le llegara al guante y no hizo el tiro a la primera almohadilla. Antes de devolver la pelota al lanzador, el de Navojoa hizo una señal: había que golpear al siguiente bateador. Desde la inicial, Robinson retaba con la mirada al “Cochito”. A pesar de la derrota inminente, en las tribunas se escuchaban 20 mil gargantas arengando: “Mé-xi-co, Mé-xi-co”. 

Lo inevitable sucedió. Luego de dos rectas muy pegadas, el umpire llamó a ambos bandos a la calma, René Tosoni hacía contacto visual con el pitcher lanzando escupitajos. Al siguiente lanzamiento, Arnold León golpeó en la espalda a Tosoni. Las bancas se vaciaron, “El Mosco” Arredondo terminó en el suelo golpeando a un contrincante, “El “Patón” Aceves, y tuvo que ser contenido por sus compañeros. La melee duró casi seis minutos, patadas, puñetazos, piquetes de ojos, jalones de greñas... Cuando la bronca parecía estar bajo control, aficionados mexicanos cerca de la caseta de los canadienses lanzaron un vaso con agua o algo parecido a la cara del coach de picheo, los del país de la hoja de maple ya no sabían si cuidarse de “El Titán” González o de la porra mexicana. El saldo final: siete jugadores expulsados. 

Pero, ¿por qué ocurrió esta bronca histórica? Bajo el precepto bíblico de “ojo por ojo, diente por diente”, el béisbol tiene una serie de reglas no escritas cuyo fin es el respeto del rival, cuidar la integridad de todos los jugadores, incluso durante una pelea. Por eso nunca verá que el bat sea utilizado como arma blanca en el campo de juego. 

Otra regla es que si un equipo lleva una ventaja holgada no debe ejecutar un toque de bola. También se debe evitar establecer contacto visual o verbal con el contrario, en situaciones de tensión. Ambas cosas ocurrieron en aquel juego. Y el castigo para quien rompe la regla es uno: ser golpeado por el lanzador en el siguiente turno al bat. Él o su compañero que le siga en el orden al bat. Pero los canadienses se enojaron porque según “su” regla no escrita, el golpe debe darse en un intento, no en tres. 

Si el lector se está preguntando por qué hablo de béisbol en una columna política, hace una pregunta clave. Esta campaña se ha tratado de López Obrador y sus contrincantes no han logrado descifrar la mente beisbolera del tabasqueño en términos de estrategia. Algo similar al referido juego de pelota ocurrió durante el segundo debate entre candidatos a la Presidencia, en Tijuana. El panista Ricardo Anaya rompió algunas de las reglas no escritas del debate cuando se plantó frente a AMLO para presentarle sus datos de la inversión extrajera directa en la capital, durante el periodo 2002-2004. El reflejo del tabasqueño fue resguardar su cartera. “No te me acerques mucho”, le dijo. Después vinieron insultos, descalificaciones, como símil de esas rectas pegadas al cuerpo, el espectáculo que usted vio en televisión. El apodo que Obrador puso a Anaya fue ese golpe con la pelota al bateador. Los dimes y diretes, la bronca campal.

López Obrador dijo el lunes en Jalisco que el panista “se pasó de la raya” en el debate; “es un ‘tate quieto”, dijo respecto al “Ricky Riquín Canallín”, que causó la hilaridad nacional. Uno de los señalamientos de Anaya a López Obrador fue que “no conoce el mundo”, tal vez tenga razón, no lo pondremos a discusión. Pero lo cierto es que Anaya no sabe nada de béisbol, por eso no le ha podido encontrar la bola al tabasqueño cuando ha intentado pegar de hit. Y por eso resulta ocioso especular siquiera respecto a quién fue el ganador del debate, los momentos chuscos se llevaron la noche. 

TWITTER: @LeoAgusto

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