Violencia, rencor social y bullying

OPINIÓN 23/05/2014 05:00 Actualizada 05:00

Son escalofriantes las imágenes de gente enfurecida, apaleando y pateando a un granadero derribado, en la trifulca a la que dio lugar la negativa de los colonos de San Bartolo Ameyalco, Álvaro Obregón, de aceptar una obra de suministro de agua potable.

El video mostraba a un hombre fuera de sí que azuzaba a otro: ¡mátalo, mátalo, mátalo ya!, hasta que la poca sensatez que le quedaba a una mujer, impidió que culminará el homicidio, un linchamiento.

Los colonos de Ameyalco dicen que la obra hidráulica es para llevar agua a los corporativos de Santa Fe y como en México esas cosas son posibles y frecuentes, bien aceitadas por la corrupción, es probable que tengan razón.

Lo que no dicen los colonos es que la parte alta del pueblo no tiene suministro de agua potable, que los “piperos” se las venden a mil pesos por camión y que la obra va a permitir el suministro gratuito del líquido, lo que acabará con el negocio.

Y en ese contexto, el director del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, Ramón Aguirre asegura a quien esto escribe que es falso el argumento de que la obra se hace para el suministro de Santa Fe, ya que técnicamente es imposible.

Tales son las posiciones confrontadas en este conflicto. Ninguna de ellas, sin embargo, justifica los niveles de violencia que vimos el miércoles pasado y que derivaron en un enfrentamiento salvaje con garrotes, piedras y bombas incendiarias que dejaron heridos a 101 policías de la Secretaría de Seguridad Púbica del Distrito Federal que, de plano, “aguantaron vara” y acataron la orden de no responder a los agresores, o que no tienen la preparación necesaria para el adecuado control de masas enardecidas.

Los colonos de San Bartolo agredían a los policías con un rencor cegador, rencor social, lo definía un colega que dio cobertura a la trifulca.

Cuando golpeaban a policías inermes parecían sacar toda su furia contra figuras de autoridad: los altos mandos policiacos, los políticos y gobernantes, los ricachones que cometen todo tipo de atropellos por su influencia, porque “el poder es para poder” y porque se saben impunes.

Rencor social: un preocupante ingrediente en el clima de creciente violencia que nos asfixia en calles a las que salimos todos los días sin saber si vamos a regresar. Violencia que se deja sentir mientras manejamos nuestros autos o disputamos el acceso al Metro.

En la sociedad ha permeado la violencia sanguinaria de los cárteles de la delincuencia organizada, los métodos usados para confrontarla y la rabia de llegar a convertirte en una víctima inocente más de la inseguridad o un daño colateral.

Y acaso eso explique también el aumento en el número de casos de bullying y la mayor violencia con que se cometen. Hay quienes dicen que el maltrato entre niños y adolescentes en la escuela ha existido siempre. No les falta razón, pero lo que no pueden negar es que cada vez son más y más violentos, a grado tal que ya se llegó al extremo de asesinar a un niño de Tamaulipas cuyos compañeros lo azotaron contra una pared sin que su maestro, ahí presente, interviniera. “Así juegan, así brusco”, le dijo a la adolorida y enfurecida madre que le reviró: “¡esto no es un juego maestro, como se le va a llamar juego a un homicidio, por favor!”.

Súmese además la nueva modalidad de maltrato, la que se lleva a cabo a través de redes sociales y que humilla o desprestigia a víctimas que llegan a suicidarse, según ha documentado la CNDH. O aquella en que el agresor o agresora vía Twitter y/o Facebook, es obligada a golpes a ofrecer disculpas a sus agredidos, tal como se vio en una secundaria de Zacatecas.

La CNDH ha abierto en 14 años (de 2000 a abril de 2014) cuatro mil 378 quejas (en 2012 el mayor número: 852), por presuntas violaciones a los derechos humanos por parte de la Secretaría de Educación Pública.

De ellas, mil 49 están relacionadas con violencia en las escuelas que incluyen agresiones físicas de profesor a alumno y entre alumnos; agresiones sicológicas y verbales de profesor a alumnos; agresiones verbales entre alumnos; deficiente atención médica por agresiones; bullying y agresiones sexuales.

Durante el periodo comprendido de 2000 a abril de 2014, la CNDH emitió un total de 22 recomendaciones relacionadas con violencia escolar, el mayor número de ellas, trece, en la actual administración.

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