Dos aniversarios, una misma lucha

OPINIÓN 22/11/2013 05:00 Actualizada 05:00

La Revolución es el acto fundacional del Estado mexicano moderno. La Constitución de 1917 dio respuesta a las lacras del porfirismo que desataron el conflicto armado. Todo lo que fue negado por la dictadura quedó respaldado en este documento que fue considerado como el más avanzado de su época.

Sin embargo, la democracia que propuso Madero, los derechos laborales reclamados por los Flores Magón, el reparto agrario de Emiliano Zapata, la igualdad social con la que soñó Francisco Villa y la visión de un país industrializado, soberano y moderno del general Lázaro Cárdenas pronto fueron olvidados y traicionados por quienes ejercieron el poder en la llamada época postrevolucionaria y, ahora, en la época neoliberal.

Desde Ávila Camacho a la fecha la apuesta del PRI es darle la vuelta a la Revolución mexicana. Antes con un populismo folclórico y conservador, ahora con discurso tecnocrático con pretensiones globales, el PRI ha atacado cada uno de los principios constitucionales con la fuerza de la represión, algunas veces, y, otras tantas, con pactos entre las élites para impulsar contrarreformas.

El país llegó al aniversario número 103 de la Revolución en medio de una andanada de contrarreformas que tienen como objetivo dar el golpe final al país que pensaron quienes dieron la lucha en 1910, con lo que se busca cancelar cualquier forma de bienestar social y desarrollo, así como anular o limitar libertades distintas a las del mercado.

Todas las reformas estructurales aprobadas por esta legislatura tienen precisamente el objetivo de anular los avances de la Revolución de 1910. Derechos laborales, sociales y hasta libertades como la de expresión han sido golpeadas desde el Congreso en el contexto del gobierno de Peña Nieto.

Sólo falta la reforma energética y van por ella. Antes de que termine el año buscarán aprobar la privatización del petróleo, con lo que se cancelarían las oportunidades de desarrollo para el país y se condenaría a la pobreza a la mayoría de la gente.

Por eso los festejos oficiales del 103 aniversario de la Revolución se dieron prácticamente a hurtadillas; ¿cómo honrar a los héroes y su legado cuando se hace todo lo posible por destruirlo?, ¿cómo celebrar algo a lo que no se pertenece?, ¿cómo conmemorar las conquistas del pueblo cuando se actúa en su contra?

A más de un siglo, la Revolución mexicana representa más que un cúmulo de nombres, batallas y fechas, significa pensar en un proyecto de nación práctico y viable con objetivos definidos.

Los derechos laborales, la educación pública y gratuita, así como la propiedad de la nación de los recursos naturales no son conceptos nacidos del capricho de la historia, forman parte de un proyecto de nación que luego del cardenismo dejó de aplicarse cabalmente.

Por eso no es coincidencia que Morena se fundara el 20 de noviembre del año pasado. Esta nueva fuerza política nació con el objetivo de impulsar un cambio real que le permita al país superar el fracaso al que ha sido sometido por los malos gobernantes. Morena ya logró las 20 asambleas para constituirse en partido político.

Ahora falta dar la batalla más importante: defender el petróleo. Si el hidrocarburo pasa a manos privadas representaría regresar a México al Porfiriato, lo que significaría una verdadera desgracia. Por eso Morena va a dar la pelea pacífica pero firme. El país está en juego.

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